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martes, 1 de septiembre de 2015

La fobia social existe

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Mi nombre no importa, soy una de los muchos afectados invisibles y anónimos de este trastorno entre todos los que, como yo, padecen fobia social. Un trastorno que afecta cada vez a más personas y que muy poca gente conoce y/o entiende. Es un problema que se lleva en silencio, lo cual hace que se sufra más.

Quiero  dejar mi testimonio, para difundir de alguna manera este problema.
Esta es mi historia, pero hay MUCHAS historias.
Escribo este texto nerviosa, es mi oportunidad de hacerme oír, de gritar: 

              – ¡Estoy aquí, existo!.., ¡la fobia social existe!…

 La oportunidad y la esperanza de que un día sea más reconocida, de poder llegar a hablar de esto con la gente de mi alrededor y no esconderme por miedo o vergüenza de que no me entiendan, o peor, por estar mal visto. No queda muy bien por ejemplo para la familia de tu pareja.

Algunos dicen que no le pongo voluntad, otros me miran como una extraterrestre, otros me dicen: 

                      – ¡A ver cuando maduras!

 Y yo digo:  
No todo es cuestión de voluntad, 
No estoy loca.
No soy una persona inmadura , como mucho a falta de habilidades sociales por mi aislamiento.

Yo no puedo controlar las señales que se presentan en mi cabeza y no puedo dejar de actuar en consecuencia. Esto no es como dejar de fumar, que es realmente posible y que muchos  consiguen. 

Cuando conozco alguien nuevo y me pongo a temblar no puedo ponerle voluntad y decirme a mi misma:

                    -  No tiembles.

 Si tengo que llamar por teléfono, no puedo evitar quedarme en blanco y que las palabras no me salgan. 

Si salgo a la calle no puedo dejar de sentirme observada y así otras tantas cosas que implican contacto social.

Si creéis que estáis en peligro tratáis de protegeros, ¿verdad?  Éste es un instinto natural, pero ¿Qué pasaría si el instinto se distorsiona y se ven peligros donde no los hay? Sabes que el peligro que tu ves no es real, sabes que tus reacciones no son normales, pero no lo puedes evitar. Y sufres, sufres mucho.
Acabas extremadamente limitado, con un círculo muy pequeño de vida, vives temeroso, y sobre todo eres muy muy vulnerable y dependiente y esto ocasiona más miedo. Al final llega la depresión, la tristeza ¿Quien no la tendría con esta vida?
A veces abusas de la bebida, porque te hace desinhibirte, el alcoholismo suele ser uno de los problemas asociados.
También están los trastornos de alimentación y ese fue mi caso que os resumo a continuación.

Yo era una niña muy tímida, pero no supuso gran problema hasta que llegué a la adolescencia que requería más contacto social, pero también lo fui llevando más o menos bien. El verdadero problema surgió cuando vi que tenía que pensar en mi propia vida y futuro para buscar mi independencia y darme cuenta que no podía.
Yo no sabía por entonces que mis dificultades tuvieran un nombre ni que yo tuviera un problema, de hecho sólo que sufría, que no dejaba de tener miedo, que parecía que las cosas las vivía con más dificultad  que la gente de mi alrededor. Me aislaba, salía poco, buscaba excusas, vivía encerrada en mi habitación (Donde he llorado mucho) con mis miedos y angustias tratando de seguir adelante y conseguir lo que debía conseguir.

Ese sufrimiento acabó por explotar y dejé de comer. Por una parte me dejaba llevar por mi frustración haciéndome daño a mí misma, una forma inconsciente de pedir ayuda me explicaron después, y por otra sentía que tenía control, un control sobre mi cuerpo y sobre mi vida, en este caso, frente a la muerte. Si no controlaba mi vida social real, ésta si lo hacía. Me resultaba un placer increíble marcarme objetivos en mi restricción y dieta y conseguir los logros que esperaba, era realmente adictivo y me sentía bien, quería llegar a ser un fantasma invisible.

Ésta fue la razón física que me puso en contacto con psicólogos y psiquiatras. Fue la voz de alarma que hizo que mis padres me llevaran muy preocupados, y con razón, a ellos.
 Allí me diagnosticaron anorexia, fobia social y trastorno de la personalidad por evitación.
Pusieron nombre a lo que me pasaba y con el tiempo vi que había muchas personas como yo. También supe que es muy común la anorexia junto a la fobia social y esta última con el trastorno de la personalidad, que implica un peor pronóstico.

Por entonces yo no sabía que existía algo así, ni que había tratamientos ni medicación que ayudaban. Quizá si lo hubiera sabido antes no hubiera pasado por una anorexia en la que corrió peligro mi vida. Si hubiera sabido lo que ahora sé, me habría ahorrado esas vivencias límites.

Siempre ayuda saber que no estás solo y saber qué es lo que te ocurre. 

Aún hoy, recurro a dejar de comer cuando me siento sin salida y me topo de frente con mis muchas limitaciones y miedos para sentir lo que sentía entonces, un control falso y enfermizo. Ahora lo sé, pero control.

Quizá , si mi testimonio y el de otros con fobia social llegara a ser oído, se podrían evitar muchos sufrimientos. Para otras personas que siguen sufriendo en silencio y no saben qué les pasa y que pueden explotar también, sin saberlo, de la forma más insospechada, con alcohol, hasta convertirse en alcohólicos, o incluso pensar en el suicidio (el índice de suicidios es alto en este trastorno cuando se asocia a depresión), entre otros. Y para la sociedad en general es importante que nos conozca.

Por eso esta vez quiero GRITAR, de forma consciente (no como mi primera vez) para luchar y hacerme ver, a mí y al resto de personas que como yo la sufren:

LA FOBIA SOCIAL EXISTE

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