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lunes, 19 de mayo de 2025

Metáfora: La trampa de lo invisible : Barreras silenciosas



(Dos metáforas para explicar lo que no se ve pero se siente)

Introducción personal 

Hay cosas de la fobia social que no se explican bien con palabras. No son ataques de ansiedad, ni miedo a hablar en público, ni nada que se note a simple vista. Son cosas más pequeñas, más escondidas. Pero no por eso duelen menos.

Muchas veces, lo que más duele no se ve. 

La fobia social me ha enseñado que el dolor puede estar dentro, oculto, sin dejar marcas visibles. Y que los obstáculos que siento a mi alrededor no siempre existen para los demás.

En este texto y en las metáforas que siguen, quiero mostrar esa realidad que muchos vivimos en silencio, para que no nos sintamos tan solos.

Andar por una casa con muebles invisibles


A veces me siento como si andara por una casa con muebles invisibles. Sé que hay obstáculos. No los veo, pero los intuyo. Y tengo que moverme con cuidado, con miedo a tropezar, a romper algo. Miedo a hacer algo mal y que se note demasiado.

En una conversación, en una reunión, en cualquier situación social, tengo la sensación de que hay normas que no conozco del todo. Que si digo algo fuera de lugar, si me muevo mal, si mi cara no encaja, voy a chocar con algo. Así que voy despacio, midiendo cada paso, revisando cada palabra. Acabo agotada.

Lo invisible que duele



Y otras veces lo que pesa es el daño que no se ve. Como si lo invisible doliera. No hace falta que alguien diga nada para que duela. A veces es una mirada rápida, un gesto que no sé interpretar, una frase que no iba para mí, pero que me afecta sin querer. O incluso lo que no ocurre: que no me respondan, que no me incluyan, que no me miren. Y el propio dolor del trastorno .

Cosas que otras personas ni notan, pero que a mí me hieren. Y como no es una herida visible, nadie lo entiende. Pero está. Y duele.

Reflexión final

Estas dos formas de vivir la fobia social no siempre se ven desde fuera. Pero están ahí, día tras día. No llaman la atención. No se nombran. Pero condicionan todo. A veces, el mayor esfuerzo es no hacer nada mal, no salirse de lo que se espera. Y a veces, el mayor dolor es el que no se nota.


Fuentes

Impacto invisible del trastorno de ansiedad social