No es que quiera morirme. No así, no de esa forma. No quiero que nadie sufra por mí, no quiero causar lágrimas ni despedidas. No se trata de eso. Es más bien un deseo silencioso, casi infantil, de poder desaparecer sin dejar rastro. De dejar de ser sin herir a nadie. Como si nunca hubiera estado. Como si pudiera simplemente disolverme en el aire.
Hay días en los que estar viva duele. No por lo que sucede fuera, sino por todo lo que pasa dentro. El esfuerzo que supone existir, responder, sostener una apariencia, contener el miedo. Hay momentos en los que hasta respirar parece una tarea imposible. No porque falte aire, sino porque pesa demasiado ser.
Y en esos momentos, aparece ese pensamiento sutil: ojalá pudiera no estar. No para vengarme del mundo, ni para castigarme. Solo para descansar. Para dejar de pensar, de temer, de fingir. No me gustaría morir, pero sí me gustaría no tener que seguir. Aunque solo fuera por un rato. Un descanso verdadero. Una pausa sin culpa.
Lo difícil es hablar de esto sin que se malinterprete. Porque hay una línea muy fina entre desaparecer y querer morirse, y quienes no han sentido esto no entienden la diferencia. Pero yo la siento con claridad. No es una pulsión destructiva. Es una necesidad de alivio. Un deseo de pausa. Como si todo fuese demasiado y yo fuese demasiado poco para sostenerlo.
Y a veces me siento culpable por tener estos pensamientos. Porque sé que hay personas que me quieren, que me cuidan. Y entonces me digo: ¿cómo vas a pensar algo así?. Pero no se elige pensar estas cosas. Solo llegan. Y cuando llegan, asustan. Pero también alivian, porque al menos nombrarlas es como abrir una ventana en una habitación cerrada.
No sé si esto se pasará algún día. No sé si alguna vez dejaré de sentir que la vida me sobrepasa. Pero mientras tanto, intento recordarme que a veces basta con resistir un poco más. Con decirlo. Con escribirlo. Con quedarme, aunque no entienda muy bien porque
Porque quizá solo quizá mañana duela un poco menos y esa posibilidad aunque pequeña, a veces es suficiente para quedarme