Introducción personal
Hay días en los que cada paso que doy se siente como una decisión trascendental. No importa si es un gesto pequeño o una palabra casual; todo parece dejar una huella imborrable. Es como si caminara sobre un campo de nieve recién caída, donde cada movimiento marca el paisaje, y no hay forma de retroceder sin evidenciar mi presencia.
La metáfora
La fobia social se asemeja a caminar sobre nieve virgen: cada paso deja una marca visible, y la blancura inmaculada amplifica la sensación de exposición. Siento que todos pueden ver mis huellas, juzgar su dirección, profundidad o torpeza. Esta percepción constante de ser observada y evaluada me lleva a cuestionar cada acción, a veces hasta el punto de preferir no moverme, no avanzar, para evitar dejar rastro alguno.
Reflexión final
Con el tiempo, he aprendido que, aunque la nieve se derrite y las huellas desaparecen, la memoria de esos pasos persiste en mi mente. No se trata de buscar finales felices o soluciones rápidas, sino de reconocer y validar la experiencia. Entender que cada paso, por pequeño que sea, es un acto significativo en un camino que no siempre es visible para los demás. Y aunque no siempre encuentre respuestas, sé que no estoy sola en este sendero.
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