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lunes, 1 de septiembre de 2025

Cierre: Mini-desastres y supervivencia ninja


  • A lo largo de esta sección, hemos visto que sobrevivir a la vida social no es cuestión de talento, sino de estrategia. Tropezones, saludos fallidos, cumplidos imposibles… todo forma parte del entrenamiento.

    Te tropiezas con la silla y dices “¡perdón!” o “¡disculpa!” como si nada 😄

    Dices “hola” y la otra persona no te ve.

    Finges que revisas un mensaje urgente mientras buscas la salida más discreta.

    Te cruzas con alguien que ya saludaste y no sabes si reabrir la conversación o desaparecer.

    Te conviertes en planta, sombra o espía infiltrado según convenga.

    Intentas sonreír en el momento justo, asentir correctamente y mantener la postura perfecta… mientras tu cabeza ya planea la huida.



    Y al final, entre risas, silencios incómodos y escapes estratégicos, aprendes que ser un desastre social con estilo es todo un arte. Porque aunque nadie lo vea, cada interacción es una pequeña victoriao un desastre épico, pero siempre con humor.
    Si alguien te pregunta por qué a veces desapareces, solo sonríe y di: “Entrenamiento ninja nivel experto”. 🥷

     




    Todo este esfuerzo deja su marca: un agotamiento emocional que se va acumulando. En la siguiente entrada, entre secciones , trataré la "vigilancia y coste cognitivo en la fobia social", donde explicaré cómo la vigilancia constante y el esfuerzo mental generan un alto coste cognitivo y emocional en cada interacción social.


    Como adelanto dejo la metáfora del blog que lo explica para mejor entendimiento 

    Encantado de no conocerte: guía exprés para sobrevivir a fiestas y desconocidos


    Introducción 
    Salir de casa y enfrentarte a desconocidos puede ser un deporte de riesgo cuando tienes fobia social. Cada saludo, cada conversación inesperada se siente como un examen sorpresa. Aquí va mi guía exprés de supervivencia social.


    Encantado de no conocerte: guía exprés para sobrevivir a fiestas y desconocidos

    Conocer gente nueva debería estar prohibido. En 0,2 segundos deciden si eres simpática, rara o material para evitar en la próxima cena. La teoría dice: “Sonríe, da la mano, di tu nombre”. La práctica real es: “¿Sonrío demasiado? ¿Muy poco? ¿Y si me suda la mano? ¿Y si digo mi nombre mal?”.

    Una vez casi me presento como “Buenas noches, soy… pánico escénico”. Y otra vez, en un evento, me preguntan “¿Y tú a qué te dedicas?” Respuesta automática de mi cerebro: “A sobrevivir a conversaciones como esta”. Pero claro, no se puede decir. Así que balbuceas, metes una risa incómoda y rezas para que nadie te pida ampliar la información.

    En fiestas, el nivel de dificultad se dispara. Música alta, desconocidos por todos lados, gente que baila… Todo empieza en la puerta: sueltas el tímido “Hola” y ya sientes que te miran. Nota: no. Tu cabeza solo hace drama. Una vez estuve de pie junto a la mesa de comida, tratando de aparentar naturalidad, y alguien me preguntó “¿Conoces a alguien aquí?” Solo pude asentir como un robot averiado.

    Primer obstáculo: ¿dónde colocarte? En medio estorbas, en una esquina pareces sospechosa. Solución: barra libre o mesa de comida. Mano en plato, apariencia de socializar y escudo protector al mismo tiempo. Y si alguien propone bailar… olvídalo: no tienes ganas y además acabas siendo el espectáculo involuntario de la noche.

    Luego llega la pregunta de rigor: “¿Te lo estás pasando bien?” Respuesta automática: “Sí, claro”. Traducción real: “Estoy pensando en desaparecer como Houdini, gracias por preguntar”.

    Consejos exprés:

    1. El escondite perfecto: cerca de la mesa de comida. Socializas y no te expone
    2. Comodín del móvil: revisa la pantalla de vez en cuando. Mejor ocupado que perdido.
    3. Excusa elegante: “voy al baño” o “voy a saludar a alguien” funcionan siempre.
    4. Pregunta comodín: “¿Y cómo conoces al anfitrión?” Funciona en cualquier situación.
    5. Recuerda: nadie te observa tanto como crees. Cada uno está concentrado en su propio desastre.

    Si alguna vez me ves en un evento o fiesta y no te saludo, no es que sea borde. Es que conocerte ya es un deporte de riesgo extremo. Y sí, a veces sobrevivir implica simplemente sentarse con la copa en la mano y esperar que la noche termine.