A lo largo de esta sección, hemos visto que sobrevivir a la vida social no es cuestión de talento, sino de estrategia. Tropezones, saludos fallidos, cumplidos imposibles… todo forma parte del entrenamiento.
Te tropiezas con la silla y dices “¡perdón!” o “¡disculpa!” como si nada 😄
Dices “hola” y la otra persona no te ve.
Finges que revisas un mensaje urgente mientras buscas la salida más discreta.
Te cruzas con alguien que ya saludaste y no sabes si reabrir la conversación o desaparecer.
Te conviertes en planta, sombra o espía infiltrado según convenga.
Intentas sonreír en el momento justo, asentir correctamente y mantener la postura perfecta… mientras tu cabeza ya planea la huida.
Y al final, entre risas, silencios incómodos y escapes estratégicos, aprendes que ser un desastre social con estilo es todo un arte. Porque aunque nadie lo vea, cada interacción es una pequeña victoria… o un desastre épico, pero siempre con humor.
Si alguien te pregunta por qué a veces desapareces, solo sonríe y di: “Entrenamiento ninja nivel experto”. 🥷
Todo este esfuerzo deja su marca: un agotamiento emocional que se va acumulando. En la siguiente entrada, entre secciones , trataré la "vigilancia y coste cognitivo en la fobia social", donde explicaré cómo la vigilancia constante y el esfuerzo mental generan un alto coste cognitivo y emocional en cada interacción social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario