La vida hipercontrolada: cuando todo debe estar bajo control para sobrevivir
Hipercontrol y fobia social
Vivir bajo control excesivo es agotador y constante.
Ensayar todo protege, pero también aprisiona.
El imprevisto genera miedo, incluso cuando se cree tener todo planeado.
La fobia social lleva muchas veces a vivir bajo un control excesivo. Se planifica cada detalle, se prevén todas las respuestas posibles, se ensayan frases, se anticipan escenarios... Todo para evitar lo que no se puede controlar: el otro, la mirada ajena, la incertidumbre. Pero ese control absoluto agota, y aunque protege, también aprisiona.
Hay personas que viven improvisando. Yo no. Yo lo ensayo todo. Desde lo que voy a decir hasta cómo lo voy a decir. Me preparo para cada posible reacción, para cada imprevisto, como si fuera una guerra. Porque lo imprevisto, para alguien con fobia social, no es solo incómodo: es aterrador.
Necesito tenerlo todo bajo control. Saber por dónde entraré a una sala, con quién estaré, dónde podré sentarme. Repaso mentalmente quién podría hablarme y qué podría responder. A veces practico cómo pedir un café para no titubear ni parecer torpe. A veces no digo nada, porque no tengo preparada la frase correcta. Prefiero el silencio a equivocarme.
Este hipercontrol me da seguridad, sí, pero también me deja agotada. No hay descanso. Vivo en alerta. Y lo más paradójico es que, aunque lo tenga todo previsto, siempre hay algo que se me escapa… y entonces todo se tambalea.
No es perfeccionismo. Es supervivencia. Y aunque me proteja, a veces siento que este control es una jaula más.
Siguiente efecto colateral: Dependencia emocional o práctica → Necesidad de apoyo constante que limita autonomía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario