Fobia social y dependencia práctica, emocional
O por miedo a actuar
Fobia social y dependencia
Cuando hablamos de dependencia práctica y emocional, no nos referimos solo a la dificultad de decir “no”, sino a un patrón más amplio: depender de otras personas para cubrir necesidades básicas, apoyo emocional o para actuar en situaciones que generan ansiedad.
⚙️ Dependencia práctica
Dependencia práctica: necesitas ayuda constante para tareas o decisiones que podrías manejar sola. Por ejemplo, pedir a alguien que organice tu agenda, decida por ti en situaciones sociales, o resuelva problemas cotidianos por miedo a equivocarte.
👤 Dependencia emocional
Dependencia emocional: buscas continuamente la aprobación, compañía o apoyo de otros para sentirte tranquila. Esto puede manifestarse en no querer tomar decisiones sin consultar, sentir ansiedad cuando alguien no responde, o tolerar situaciones incómodas para evitar conflictos o rechazo.
⚠️ Dependencia por miedo a actuar
Dependencia por miedo a actuar: evitas enfrentar situaciones sociales o hacer trámites, llamadas o tareas que generan ansiedad, y terminas dejando que otros lo hagan por ti. Por ejemplo:
- Hacer una llamada o trámite que da miedo.
- Acudir a citas o gestiones sociales y dejar que alguien más hable o decida.
- Enfrentar reuniones, presentaciones o conversaciones incómodas y pedir que otro lo haga en tu lugar.
Esto refuerza tanto la dependencia práctica como la emocional: se delegan acciones que podrías hacer y, al mismo tiempo, se busca evitar la ansiedad por miedo a la situación social
Relación con la fobia social
En personas con fobia social, el miedo al juicio o al rechazo hace especialmente difícil establecer límites. Se puede acabar tolerando relaciones desequilibradas o situaciones que generan malestar por miedo a perder vínculos o a desagradar. Este patrón refuerza la dependencia y provoca agotamiento emocional: las necesidades propias quedan siempre en segundo plano y se acumula frustración y ansiedad.
Aprender a decir “hasta aquí”
Aprender a decir “hasta aquí” significa empezar a poner límites claros, asumir responsabilidades propias y reducir la dependencia de la aprobación o presencia de otros. Es un proceso difícil, porque supone enfrentar el miedo al rechazo y la ansiedad que genera romper patrones de conducta muy arraigados. Por ejemplo, decir que no a una invitación que no quieres, expresar desacuerdo con alguien cercano o decidir por ti misma sin consultar constantemente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario