A veces, las interacciones sociales me parecen una trampa.
Es como si cada palabra, cada gesto, cada silencio estuviera lleno de significados que no entiendo bien.
El agotamiento emocional
La fobia social no es solo un desafío mental , sino también físico y emocional. El esfuerzo constante por controlar mis miedos y emociones me agota. Desde la tensión en los músculos hasta el sudor frío que acompaña a una conversación, cada interacción social requiere una energía enorme. Incluso después de un pequeño encuentro, puede sentirme como si hubiera corrido una maratón emocional.
El agotamiento se acumula con el tiempo, y es como si mis baterías nunca se recargaran completamente. Todo requiere esfuerzo, desde hacer una llamada telefónica hasta asistir a una reunión. No es que no quiera interactuar, es que cada situación social me drena y me deja con una sensación de vacío, como si hubiers dado más de lo que podía ofrecer.
A veces, me siento atrapada entre el deseo de estar con los demás y el miedo de que mi presencia sea una carga. Es como si el costo emocional de "pasar desapercibido" fuera el único precio aceptable. Prefiero que nadie me vea, que nadie me hable, que nadie espere nada de mí. Pero entonces me doy cuenta de lo sola que me siento. Pasar desapercibida no me da seguridad, me deja vacía. No tengo las conexiones que tanto anhelo, porque estoy demasiado ocupada evitando que me noten, que me vean tal como soy.
El miedo al cambio o a lo inesperado es otro de mis grandes enemigos. Cuando algo se sale de lo que esperaba, me siento completamente fuera de control. Las sorpresas, los cambios de planes o cualquier cosa que no esté dentro de mi rutina me ponen en alerta. No sé cómo reaccionar, me siento perdida, como si el suelo bajo mis pies estuviera a punto de desmoronarse. Y es que, cuando no puedo anticipar lo que va a pasar, el miedo se apodera de mí.
Y lo peor de todo es que las expectativas que tengo sobre mí mismo son paralizantes. No es solo que quiera ser perfecta, es que creo que si no lo soy, entonces no tengo valor. Me exijo tanto que cada pequeño error, cada tropiezo, lo siento como un fracaso enorme. Vivo con esa constante presión de que tengo que ser lo suficientemente buena para los demás, lo suficientemente competente para encajar. Pero siempre parece que nunca llego a la altura de esas expectativas. Y entonces, me siento más atrapada que nunca.
La desconfianza constante hacia los demás A veces, me encuentro dudando de la sinceridad de los demás sin motivo alguno. Es como si siempre tuviera esa pequeña voz interior que me cuestiona si lo que me están diciendo es realmente cierto o si hay algo que se me está escapando. Esta duda se vuelve más fuerte cuando mi ansiedad se dispara, y es como si todo lo que escucho estuviera filtrado por una capa de desconfianza
Vivir con fobia social no es solo un asunto de ser tímida o introvertida; es un caos mental constante, donde los malentendidos, la ansiedad por lo que va a pasar y el miedo a no ser suficiente me consumen. Es un dolor invisible, que muchos no entienden, pero que yo llevo conmigo en cada paso, cada palabra, cada mirada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario