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jueves, 11 de diciembre de 2025



SECCI脫N LO QIE NO  SABEMOS DE NOSOTROS



Rechazo al aplauso

Desde fuera, puede parecer que soy humilde o modesta. Cuando me elogian, tiendo a minimizarlo, a decir que “no fue nada” o a desviar la atenci贸n r谩pidamente. Pero esa reacci贸n no siempre es humildad. A veces es una estrategia defensiva, una manera de alejar el foco de atenci贸n.

El elogio me asusta porque siento que sube demasiado el nivel de lo que se espera de m铆, y me obliga a hacerlo igual o mejor la pr贸xima vez o peor a煤n: temo que me est茅n valorando por algo que realmente no merezco. Al rechazar el aplauso, no solo minimizo mi esfuerzo, sino que tambi茅n rechazo la conexi贸n que la otra persona intenta ofrecerme. Me mantengo en esa vigilancia constante de lo que deber铆a ser, neg谩ndome el permiso de celebrar mis propios logros.

Es el eco del s铆ndrome del impostor, que nos susurra que el elogio es un error de juicio del otro.

Pero hay un lado que casi nadie ve: esa resistencia al elogio no es un defecto; es una profunda b煤squeda de integridad y autenticidad. Es la necesidad de que mi valor no dependa de las palabras ajenas, sino de la verdad de mi esfuerzo. Tememos que el elogio ponga el foco en la apariencia, no en la persona real. Y eso refleja un deseo genuino de ser honesto y de valorar el proceso silencioso m谩s que el resultado visible.

El miedo al elogio, entonces, se convierte en una manifestaci贸n inc贸moda de valores muy poderosos.

Integridad y autenticidad: lo que hacemos refleja qui茅nes somos, no solo la imagen que otros perciben.

Valoraci贸n del esfuerzo sobre el resultado: priorizar el proceso y la mejora interna por encima de la aprobaci贸n externa.

Comprender esto lo cambia todo:

El rechazo al aplauso deja de ser solo una dificultad social. Se convierte en un signo de madurez, de compromiso con la verdad y de cuidado de uno mismo, incluso cuando desde fuera puede parecer inc贸modo o extra帽o

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