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sábado, 1 de noviembre de 2025

--yy


A veces me siento como un puzle que alguien empezó pero nunca terminó. Tengo partes que encajan, otras que no encuentro dónde poner, y algunas que ni siquiera sé si son mías. Hay días en que siento que casi tengo una forma, y otros en los que todo se desmonta.

Con la fobia social he aprendido a mostrar solo ciertos fragmentos. La parte que parece tranquila. La parte que sonríe. La parte que responde con frases cortas y seguras. Esas piezas ya sé dónde van. Son las que más uso. Pero hay muchas otras que no enseño porque me dan miedo: la parte que se bloquea, la que quiere escapar, la que no sabe cómo seguir una conversación o cómo empezar una. Esas las tengo guardadas, como piezas que sobran.

Hay algo agotador en tener que decidir qué piezas mostrar según con quién estés. En casa puedo ser más entera, aunque no siempre. Fuera, tengo que hacer encajar solo las partes que creo que van a ser aceptadas. Y eso me fragmenta más.

A veces pienso que ni yo misma sé cómo soy. Depende del lugar, del día, de lo que se espera de mí. Algunas personas me ven tímida, otras distante, otras incluso simpática. ¿Cuál de esas versiones soy? ¿Todas? ¿Ninguna?

Solo sé que dentro de mí hay muchas piezas, y que a veces lo único que quiero es poder unirlas sin miedo. Dejar de esconder trozos de lo que soy. Sentirme completa, aunque no encaje del todo con lo que el mundo esp