Mi nombre no importa, soy una de los muchos afectados
invisibles y anónimos de este trastorno entre todos los que, como yo, padecen
fobia social. Un trastorno que afecta cada vez a más personas y que muy poca
gente conoce y/o entiende. Es un problema que se lleva en silencio, lo cual
hace que se sufra más.
Quiero dejar mi
testimonio, para difundir de alguna manera este problema.
Esta es mi historia, pero hay MUCHAS historias.
Escribo este texto nerviosa, es mi oportunidad de hacerme
oír, de gritar:
– ¡Estoy aquí, existo!.., ¡la fobia social existe!…
La oportunidad y la esperanza de que un día sea más reconocida, de poder llegar a hablar de esto con la gente de mi alrededor y no esconderme por miedo o vergüenza de que no me entiendan, o peor, por estar mal visto. No queda muy bien por ejemplo para la familia de tu pareja.
– ¡Estoy aquí, existo!.., ¡la fobia social existe!…
La oportunidad y la esperanza de que un día sea más reconocida, de poder llegar a hablar de esto con la gente de mi alrededor y no esconderme por miedo o vergüenza de que no me entiendan, o peor, por estar mal visto. No queda muy bien por ejemplo para la familia de tu pareja.
Algunos dicen que no le pongo voluntad, otros me miran como
una extraterrestre, otros me dicen:
– ¡A ver cuando maduras!
Y yo digo:
No todo es cuestión de voluntad,
No estoy loca.
No soy una persona inmadura , como mucho a falta de habilidades sociales por mi aislamiento.
– ¡A ver cuando maduras!
Y yo digo:
No todo es cuestión de voluntad,
No estoy loca.
No soy una persona inmadura , como mucho a falta de habilidades sociales por mi aislamiento.
Yo no puedo controlar las señales que se presentan en mi
cabeza y no puedo dejar de actuar en consecuencia. Esto no es como dejar de
fumar, que es realmente posible y que muchos consiguen.
Cuando conozco alguien nuevo y me pongo a temblar no puedo ponerle voluntad y decirme a mi misma:
- No tiembles.
Si tengo que llamar por teléfono, no puedo evitar quedarme en blanco y que las palabras no me salgan.
Si salgo a la calle no puedo dejar de sentirme observada y así otras tantas cosas que implican contacto social.
Cuando conozco alguien nuevo y me pongo a temblar no puedo ponerle voluntad y decirme a mi misma:
- No tiembles.
Si tengo que llamar por teléfono, no puedo evitar quedarme en blanco y que las palabras no me salgan.
Si salgo a la calle no puedo dejar de sentirme observada y así otras tantas cosas que implican contacto social.
Si creéis que estáis en peligro tratáis de protegeros,
¿verdad? Éste es un instinto natural,
pero ¿Qué pasaría si el instinto se distorsiona y se ven peligros donde no los hay?
Sabes que el peligro que tu ves no es real, sabes que tus reacciones no son
normales, pero no lo puedes evitar. Y sufres, sufres mucho.
Acabas extremadamente limitado, con un círculo muy pequeño
de vida, vives temeroso, y sobre todo eres muy muy vulnerable y dependiente y
esto ocasiona más miedo. Al final llega la depresión, la tristeza ¿Quien no la
tendría con esta vida?
A veces abusas de la bebida, porque te hace desinhibirte, el
alcoholismo suele ser uno de los problemas asociados.
También están los trastornos de alimentación y ese fue mi
caso que os resumo a continuación.
Yo era una niña muy tímida, pero no supuso gran problema
hasta que llegué a la adolescencia que requería más contacto social, pero
también lo fui llevando más o menos bien. El verdadero problema surgió cuando
vi que tenía que pensar en mi propia vida y futuro para buscar mi independencia
y darme cuenta que no podía.
Yo no sabía por entonces que mis dificultades tuvieran un
nombre ni que yo tuviera un problema, de hecho sólo que sufría, que no dejaba
de tener miedo, que parecía que las cosas las vivía con más dificultad que la gente de mi alrededor. Me aislaba,
salía poco, buscaba excusas, vivía encerrada en mi habitación (Donde he llorado
mucho) con mis miedos y angustias tratando de seguir adelante y conseguir lo
que debía conseguir.
Ese sufrimiento acabó por explotar y dejé de comer. Por una
parte me dejaba llevar por mi frustración haciéndome daño a mí misma, una forma
inconsciente de pedir ayuda me explicaron después, y por otra sentía que tenía
control, un control sobre mi cuerpo y sobre mi vida, en este caso, frente a la
muerte. Si no controlaba mi vida social real, ésta si lo hacía. Me resultaba un
placer increíble marcarme objetivos en mi restricción y dieta y conseguir los
logros que esperaba, era realmente adictivo y me sentía bien, quería llegar a
ser un fantasma invisible.
Ésta fue la razón física que me puso en contacto con
psicólogos y psiquiatras. Fue la voz de alarma que hizo que mis padres me
llevaran muy preocupados, y con razón, a ellos.
Allí me diagnosticaron anorexia, fobia social y trastorno de la personalidad por evitación.
Allí me diagnosticaron anorexia, fobia social y trastorno de la personalidad por evitación.
Pusieron nombre a lo que me pasaba y con el tiempo vi que
había muchas personas como yo. También supe que es muy común la anorexia junto
a la fobia social y esta última con el trastorno de la personalidad, que
implica un peor pronóstico.
Por entonces yo no sabía que existía algo así, ni que había
tratamientos ni medicación que ayudaban. Quizá si lo hubiera sabido antes no
hubiera pasado por una anorexia en la que corrió peligro mi vida. Si hubiera
sabido lo que ahora sé, me habría ahorrado esas vivencias límites.
Siempre ayuda saber que no estás solo y saber qué es lo que
te ocurre.
Aún hoy, recurro a dejar de comer cuando me siento sin salida y me topo de frente con mis muchas limitaciones y miedos para sentir lo que sentía entonces, un control falso y enfermizo. Ahora lo sé, pero control.
Aún hoy, recurro a dejar de comer cuando me siento sin salida y me topo de frente con mis muchas limitaciones y miedos para sentir lo que sentía entonces, un control falso y enfermizo. Ahora lo sé, pero control.
Quizá , si mi testimonio y el de otros con fobia social llegara a ser oído, se podrían evitar muchos sufrimientos. Para otras personas
que siguen sufriendo en silencio y no saben qué les pasa y que pueden explotar
también, sin saberlo, de la forma más insospechada, con alcohol, hasta
convertirse en alcohólicos, o incluso pensar en el suicidio (el índice de
suicidios es alto en este trastorno cuando se asocia a depresión), entre otros.
Y para la sociedad en general es importante que nos conozca.
Por eso esta vez quiero GRITAR, de forma consciente (no como
mi primera vez) para luchar y hacerme ver, a mí y al resto de personas que como
yo la sufren:
LA FOBIA SOCIAL EXISTE
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