Introducción personal
Una socia de AMTAES me escribió algo que me pareció muy interesante. Me pedía tratar un tema que no sé cómo no había mencionado antes, con lo frecuente y angustioso que puede llegar a ser para quienes tenemos fobia social.
Porque sí, a mí también me pasa. Me cuesta mucho mirar a los ojos. Me obligo porque sé que, si no lo hago, puede parecer que no presto atención o que no tengo interés.. Es como si mi mirada delatara algo. Como si fuera demasiado evidente lo que estoy sintiendo. A veces incluso tengo miedo de que se note que intento no mirar, por miedo a que vean en mis ojos precisamente ese miedo, esa inseguridad.
Metáfora
El contacto visual, para mí, es como un hilo invisible que se extiende entre la otra persona y yo. Un hilo que, en lugar de conectar, me pone en tensión. Me hace sentir observada y vulnerable. Como si ese hilo pudiera llegar hasta dentro y desvelar lo que intento esconder.
A veces ese hilo quema. O se tensa tanto que parece que va a ceder. Y no sé si soy yo la que no aguanta o si es la situación la que se vuelve insostenible.
Sé que mirar a los ojos es una forma básica de comunicación, pero muchas veces no sé cómo sostener esa mirada sin sentir que estoy en una especie de prueba. Me siento falsa o rígida. Pienso más en cómo estoy mirando que en lo que está pasando.
Y se vuelve un esfuerzo: si evito la mirada, me siento mal. Si la mantengo, me siento expuesta. Mientras la otra persona habla, yo estoy calculando cómo mirar sin parecer ni evasiva ni rara. Y ese cálculo me saca del momento. Me desconecta. Me agota.
Reflexión
Ese hilo invisible, que para algunas personas es natural, para mí es algo que tengo que manejar con cuidado para que no me incomode tanto. A veces se puede. A veces no.
Y no solo las personas con fobia social lo viven así. Incluso quienes no presentan ninguna condición psicológica concreta pueden sentirse incómodos también.
Porque aunque no digamos nada, los ojos lo dicen todo.
Más sobre mirar y ser mirado
En mi blog Entender la Fobia Social, profundizo en este tema desde un enfoque más informativo.
¿POR QUÉ NOS CUESTA TANTO MIRAR A LOS OJOS?
Allí hablo de cómo mirar puede ser percibido como una amenaza en la fobia social, y recojo estudios que muestran cómo muchas personas con este trastorno evitan el contacto ocular, no por falta de interés, sino por miedo al juicio.
También explico cómo nuestro cerebro puede reaccionar de forma más intensa y negativa ante una mirada directa, interpretándola como un peligro.
Mirar y ser mirada no es algo neutro para quien convive con este miedo. A veces evitamos la mirada como mecanismo de defensa, otras veces la aguantamos con angustia… pero siempre implica un esfuerzo invisible que pocas personas llegan a ver.
Ver entrada aquí: Escopofobia. Mirar y ser mirado. | Vergüenza ajena
No hay comentarios:
Publicar un comentario