Introducción personal
A veces me pasa que me encierro sin darme cuenta. Me alejo incluso de personas con las que me siento bien. No es que haya ocurrido algo, no hay una discusión ni un motivo claro. Solo noto que me voy apagando por dentro, como si algo invisible me envolviera y necesitara estar sola, muy sola, durante un tiempo. Es una especie de pausa, una retirada suave. Y aunque desde fuera pueda parecer frialdad o desgana, por dentro hay un torbellino de cosas que no sé explicar.
Metáfora
Creo que este estado se parece mucho a una llovizna silenciosa. No es una tormenta con rayos y truenos, no hay drama. Es solo esa lluvia fina y constante que te va empapando sin hacer ruido. Una que te cala aunque al principio parezca inofensiva. Así es esa tristeza suave, persistente, que a veces llega sin anunciarse y que te va cambiando el ánimo poco a poco, sin que puedas evitarlo.
Durante esa llovizna emocional me repliego. Me cuesta mantener conversaciones, aunque quiera. Me canso de responder mensajes, de explicar cómo me siento, incluso de pensar. Es como si esa lluvia interior me empujara hacia dentro, hacia mi refugio, y desde ahí observo el mundo con una mezcla de distancia y deseo. Quiero estar cerca, pero no puedo. Quiero que me entiendan, pero no sé cómo expresarlo.
Y este replegarme no es una decisión consciente. A veces nace del miedo a decepcionar, otras del temor a que no me entiendan o de la vergüenza por sentirme así sin motivo aparente. Me retiro antes de que alguien me lo pida. Me oculto por si acaso.
¿Qué representa la llovizna?
Esta llovizna no es depresión ni un bloqueo total. Es más bien un estado emocional leve pero persistente, que a muchas personas con fobia social nos atraviesa de forma cíclica. No siempre tiene una causa visible. A veces basta un cambio en el entorno, una conversación que no fue como esperábamos o simplemente un agotamiento emocional acumulado.
No se trata de tristeza profunda, pero sí de un estado gris, nublado. Un bajón emocional que puede durar unas horas, o varios días, y que nos lleva a necesitar silencio, espacio, desconexión. Lo difícil es que desde fuera puede no parecer nada. Pero por dentro se nota. Y cuando una está en medio de esa llovizna, cuesta incluso recordar cómo era sentirse bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario