Introducción personal
A veces, antes siquiera de que ocurra algo, ya estoy temblando. No sé exactamente por qué. Solo sé que mi cuerpo se activa, que algo dentro de mí se encoge, se asusta. No hay peligro real, no hay amenaza clara, pero todo en mí actúa como si estuviera en el borde del abismo. No es una reacción lógica, es física. No la elijo. Aparece. Y me deja inmóvil.
2. La metáfora
La fobia social, muchas veces, se parece a ser un perro pequeño, encogido en una esquina, temblando. Nadie le ha gritado. Nadie lo ha tocado. Pero tiembla. Porque algo en su cuerpo recuerda. Porque su memoria ya está programada para temer.
Así me siento yo muchas veces. Como ese perro que tiembla ante la presencia de los demás. Que no sabe si lo van a acariciar o a golpear. Que reacciona con miedo incluso cuando no hay maldad, porque su cuerpo ha aprendido a protegerse antes que a confiar.
¿Y qué teme realmente ese perro que me representa? No teme colmillos ni zarpazos, sino algo más sutil pero igual de hiriente. Teme miradas que juzgan, silencios que pesan, palabras que duelen más que una herida física. Teme ser ignorada, corregida en público, ridiculizada por algo que dijo sin pensar. Teme ser “demasiado” o “insuficiente”. Teme no saber actuar y que todos lo noten. Teme equivocarse y que el error la defina para siempre.
Tiemblo cuando entro en un sitio lleno de gente. Tiemblo cuando alguien me habla con una sonrisa. Tiemblo incluso cuando estoy sola, solo de pensar en tener que enfrentar algo que implique exposición. No siempre por fuera, pero siempre por dentro. Y esa tensión no se va con razones. No se calma con un “no pasa nada”. Porque para ese perro, sí que pasa.
3. Reflexión final
El temblor no es debilidad. Es memoria del miedo. Es el cuerpo diciéndome que no se fía, que ha aprendido a protegerse así. Y aunque lo entienda, eso no lo hace más fácil de llevar.
Solo a veces, me gustaría que alguien se acercara despacio, con respeto, y me dijera que entiende por qué tiemblo. Sin juzgar. Sin empujar. Solo estar. Y quedarse un rato.
ante determinado tipo de personas me ocurre lo mismo, se mantiene esa memoria del miedo desde cuando era pequeño
ResponderEliminar