Introducción personal
A veces siento que tengo una antena en la cabeza, como si mi mente estuviera todo el tiempo sintonizando a los demás, tratando de captar señales invisibles que me indiquen si estoy cayendo bien, si he dicho algo que no debía, si alguien me está juzgando en silencio. Pero esa antena está descompasada. Recibe interferencias, capta cosas que a veces no existen, y me deja agotada intentando descifrar lo indescifrable.
Metáfora; Antena descompensada
En esta metáfora, la fobia social es como una antena hipersensible. Está siempre alerta, escaneando el entorno social en busca de posibles amenazas, de gestos mínimos, de tonos de voz, de silencios. Pero no funciona del todo bien. A veces interpreta como rechazo lo que no lo es, se inventa señales, sobredimensiona miradas o pausas. Es como si el aparato estuviera programado para detectar peligro incluso cuando no lo hay.
Y lo peor es que no se puede apagar. Esa sintonía constante me hace sentir expuesta, confundida, insegura. Me obliga a estar siempre vigilante, incluso cuando solo estoy saludando o haciendo una pregunta sencilla.
Reflexión.
Lo difícil es confiar en lo que de verdad está ocurriendo cuando tu propia antena te traiciona. Cuando no sabes si lo que estás sintiendo viene de fuera o es una distorsión interna. Ojalá pudiera, al menos a ratos, apagarla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario