No hace falta entenderlo todo para ayudar. A veces, basta con un gesto pequeño, un detalle sin esfuerzo aparente, para que alguien con fobia social se sienta más a salvo. No se trata de hacer grandes cosas, sino de no empeorar lo que ya pesa y aliviar lo que se puede.Algunos de estos gestos los he recibido , otros me hubiera gustado recibirlos.
Sea como fuere , estos son los gestos que más valoramos, aunque a veces no sepamos o podamos pedirlos:
No hacer preguntas invasivas o personales. Puede parecer una forma de mostrar interés, pero muchas veces nos hace sentir incómodas o expuestas. Que alguien respete nuestro silencio o nuestra intimidad ya es una forma de cuidado.
Ofrecer opciones. Cuando nos permiten decidir ,sin presión, si preferimos quedarnos, irnos, hablar o callar, sentimos que tenemos un poco más de control en situaciones que, de por sí, nos superan.
No presionar para que se ría o sea más sociable. Que no nos fuercen a “parecer bien”, a interactuar, a hacer chistes o a encajar... ayuda más de lo que se ve. La presión por encajar solo aumenta nuestra ansiedad.
Ofrecer un espacio seguro. A veces necesitamos retirarnos. Saber que hay un rincón donde podemos estar sin presión, sin tener que dar explicaciones, es un regalo.
No presionar para hablar. Si no respondemos o no iniciamos conversación, no es desprecio ni desinterés. Es miedo. Silencio no significa rechazo.
Respetar el ritmo. Agradecemos que no insistan con “venga, anímate” o “haz un esfuerzo más”. Saber que alguien acepta nuestro límite sin juzgar ya es un descanso.
Quedarse cerca, aunque no hablemos. Estar acompañadas sin tener que hablar, compartir el tiempo en silencio… eso también es apoyo. A veces, más que mil palabras.
No hacer bromas con lo que nos cuesta. Reírse de nuestros nervios, de cómo hablamos o de lo poco que participamos, duele más de lo que parece.
Avisar con tiempo. Invitaciones de última hora, cambios bruscos o situaciones inesperadas nos desestabilizan. Un simple “mañana podríamos…” ya marca la diferencia.
Preguntar si estamos bien, sin forzar. Una pregunta suave, sin juicio, sin querer arreglar nada… puede hacernos sentir vistos y cuidados.
Valorar los pequeños logros. A veces salir, responder un mensaje o asistir a algo es un mundo. Que alguien lo note y lo reconozca puede sostenernos más de lo que se imagina.
Son gestos pequeños, sí. Pero para nosotras, pueden marcar un antes y un después.
Gracias a quienes los hacen sin saber cuánto bien hacen.
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