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martes, 8 de julio de 2025



LA DESCONFIANZA

Desconfianza: la guardiana instintiva que no sabe bajar la guardia

Cuando tienes fobia social, la desconfianza es un compañero constante, casi automático.
No es algo que elijas; es una respuesta instintiva que se activa porque, aunque a veces no seas consciente, tu sensibilidad y la experiencia de sentirte incapaz de defenderte te hacen vulnerable.
Esa vulnerabilidad, muchas veces invisible para uno mismo, es la que despierta la alarma interna que protege.

Sentirse expuesto ante los demás, abierto al juicio o a la burla, activa ese mecanismo de defensa que mantiene las alertas siempre encendidas.

Es normal sentir esa desconfianza. Es la manera que tiene la mente de decir: “cuidado, aquí puede haber peligro”.

Esa alarma tiene una base real: el miedo. Como explica un artículo de Juntos x tu salud:

“Cuando sentimos miedo, dejamos de confiar. Y sin confianza no hay encuentro posible.”

Ver artículo completo

Sin embargo, ese mecanismo de protección puede volverse una trampa. Porque la desconfianza no solo aparece ante conflictos o amenazas claras. También se cuela en los momentos que deberían ser seguros.
Por ejemplo, cuando alguien sonríe, cuando habla con cariño o se acerca con supuestas buenas intenciones.

En esos casos, la desconfianza puede desconcertar aún más. Porque la mente duda:
¿Es sincero? ¿O es solo por compromiso? ¿Hay algo detrás que no estoy viendo?

Los estudios científicos también explican por qué ocurre esto:

  • Un trabajo en Psychiatry Research (Mitter et al., 2016) encontró que las personas con ansiedad social tienden a desconfiar de sonrisas ambiguas, esas que a otros les parecen genuinas pero a ellas les resultan forzadas o con doble sentido.
  • Otro estudio (Wieser et al., 2016) señala que incluso expresiones faciales sutiles de enfado o disgusto son interpretadas como señales de amenaza, aunque sean apenas perceptibles.
  • Además, un experimento con un “juego de confianza” (Huppert et al., 2017) demostró que las personas con ansiedad social no confían menos inicialmente, pero responden con menos reciprocidad cuando reciben confianza. Esto dificulta la apertura y el vínculo auténtico.
  • Por último, un artículo en PNAS (Sturgis et al., 2017) afirma que la confianza tiene un componente genético, pero la desconfianza es aprendida. Se aprende en base a experiencias donde confiar dolió o causó daño.

En mi experiencia, aprendí a desconfiar incluso cuando todo parecía ir bien. Porque alguna  vez, después de gestos amables, llegó el silencio, la burla o el abandono. Y eso deja una marca profunda.

No se trata solo de no saber confiar, sino de haber tenido que aprender a protegerse incluso cuando no hace falta. Y eso duele, porque priva de recibir lo que más se necesita: cercanía, comprensión y confianza genuina.


Para una mejor comprensión emocional de esta desconfianza, puedes leer la metáfora:
Castillo amurallado y el regalo envuelto en sombras

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PARTE FIJA (Sentimientos)

El ciclo emocional en la fobia social

La fobia social nos envuelve en un ciclo de emociones que se van encadenando y retroalimentando.

  1. La vergüenza surge al sentir que no cumplimos con las expectativas sociales.
  2. De ahí nace la culpa, que nos responsabiliza de nuestra “falla”.
  3. La culpa provoca tristeza e incomodidad, que minan nuestro ánimo.
  4. La tristeza genera inseguridad y autoexigencia, intentando evitar el malestar.
  5. Esta inseguridad alimenta el sentimiento de inferioridad e inadecuación.
  6. Aparece el miedo, anticipando rechazo o fracaso.
  7. El miedo provoca ansiedad, activando cuerpo y mente.
  8. Cuando la ansiedad baja, llega un breve alivio.
  9. Pero el alivio puede dar paso a la desesperanza, que cuestiona si vale la pena seguir luchando.

Además, estas emociones se conectan de formas complejas:

  • La vergüenza también influye directamente en la inseguridad y la sensación de inferioridad.
  • La culpa intensifica la tristeza y el miedo.
  • La ansiedad y la tristeza se retroalimentan, manteniendo el ciclo activo.
  • El alivio es temporal y su contraste con la desesperanza puede hacer que esta última se sienta aún más profunda.

Reconocer este ciclo y sus conexiones es clave para entender la fobia social y comenzar a buscar caminos para romperlo.


Otras emociones relacionadas

Esta entrada forma parte de una serie sobre los sentimientos que acompañan a la fobia social. Puedes explorar cada uno según cómo se conectan entre sí:




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