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viernes, 7 de marzo de 2025

Algunos ejemplos de inseguridad con fobia social



La inseguridad en la fobia social no es solo dudar de vez en cuando, es un filtro que distorsiona todo. Lo que digo, lo que hago, incluso lo que soy, siempre parece estar bajo sospecha. Es como caminar sobre hielo fino, midiendo cada paso para no hundirme, pero sintiendo que, de todos modos, en cualquier momento voy a caer.

Inseguridad al usar el teléfono
El teléfono suena, y mi corazón se acelera. El nombre en la pantalla es familiar, pero eso no reduce la ansiedad. ¿Y si no sé qué decir? ¿Si hay silencios incómodos? ¿Si digo algo inapropiado sin darme cuenta? Contesto con una voz que apenas reconozco como mía, tratando de sonar natural. Cada palabra es cuidadosamente seleccionada, cada frase analizada en tiempo real. Al colgar, repaso la conversación una y otra vez, buscando errores, convencido de que he dicho algo mal.

 Inseguridad al recibir cumplidos

"Qué bien te queda esa camisa", me dicen. De inmediato, me siento muy incómoda . No sé cómo responder. ¿Debería simplemente agradecer? ¿Devolver el cumplido? Pero, ¿y si piensan que soy falsa o que no lo merezco? Mi mente busca razones para desacreditar el cumplido. Quizás lo dicen por compromiso, o tal vez se están burlando. La idea de que alguien pueda apreciar algo en mí es difícil de aceptar.

(Situaciones inventadas )

 Inseguridad al expresar opiniones

Durante una reunión, se pide nuestra opinión sobre un nuevo proyecto. Tengo ideas, pensamientos que podrían aportar valor, pero el miedo me paraliza. ¿Y si mi opinión es ridícula? ¿Si los demás piensan que no tengo idea de lo que hablo? Es más seguro permanecer en silencio, asentir y seguir la corriente. Mientras la discusión avanza, siento que me estoy traicionando a mí misma, pero el temor al juicio es más fuerte que el deseo de participar.

 Inseguridad al iniciar conversaciones

En una fiesta, todos parecen conversar con facilidad. Yo, en cambio, estoy de pie en una esquina, luchando por encontrar el valor para acercarme a alguien. ¿De qué hablo? ¿Y si no les intereso? ¿Si me rechazan o, peor aún, si me ignoran? La idea de iniciar una conversación se convierte en una montaña insuperable. Finalmente, decido que es mejor marcharme temprano que enfrentar la posibilidad de un rechazo.

 Inseguridad al ser el centro de atención

Durante la reunión, el jefe menciona mi nombre. De repente, todas las miradas se posan en mí. Siento cómo el calor sube por mi cuello y mis manos comienzan a sudar. Intento hablar, pero las palabras se enredan en mi boca. ¿Y si digo algo incorrecto? ¿Si me juzgan por mi torpeza? Cada segundo bajo la mirada de todos se siente eterno

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