Procrastinación constante
Vivir con fobia social puede hacer que incluso las tareas más simples se sientan como un desafío enorme. La ansiedad de interactuar con otros hace que la procrastinación se vuelva constante y que los pequeños pendientes se acumulen sin que puedas avanzar.
Por ejemplo, puede que pospongas responder correos, llamar a alguien o realizar un trámite, no por falta de interés, sino porque el miedo a equivocarte o ser juzgada te paraliza. Esto provoca que lo cotidiano se convierta en un terreno lleno de tensión y estrés silencioso.
La procrastinación constante genera culpa y autoexigencia. Cada tar pendiente se convierte en un recordatorio de que “no estás cumpliendo”, lo que refuerza el ciclo de ansiedad y evita que disfrutes los logros cuando los alcanzas.
Reconocer este patrón es el primer paso. Incluso pequeños avances, como completar un pendiente que llevabas tiempo evitando, son logros significativos y ayudan a romper la sensación de bloqueo.
Siguiente efecto colateral:
Impacto en la autoestima → Cómo la autocrítica erosiona la percepción de uno mismo.
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