Introducción
Entrar en un sitio lleno de gente debería ser tan fácil como abrir la puerta. Pero para quienes tienen fobia social, es como ser la estrella de un reality show con cámaras invisibles, solo que sin premio final y con mucha más vergüenza. La paranoia de que todos te están mirando puede convertir algo sencillo en un drama con banda sonora mental incluida. Este monólogo se ríe de esa locura interna que nos acompaña cuando pisamos cualquier lugar público.
Monólogo: ¿Por qué me miran todos? (Y no, no lo hacen)
Entrar a una sala llena de gente. Fácil, ¿no? Tú abres la puerta, pasas y ya. Pero en mi cabeza es otro plan. En mi cabeza, se activa el “modo escaparate”. Todos me están mirando. No es que me hayan visto de reojo. No. Me están analizando como si acabara de salir vestida de lechuga por accidente. Y todo mientras intento avanzar con dignidad, como si no llevara la paranoia pegada a la frente.
Lo peor es que no están haciendo nada especial. Están a lo suyo: comiendo, hablando, mirando el móvil. Pero para mí, todo eso es una tapadera. En realidad, sus ojos periféricos están entrenados para detectar mi torpeza social en HD. Una risa baja por ahí y ya pienso: “¿se están riendo de mí? ¿Qué he hecho? ¿Camino raro? ¿Tengo algo en la cara? ¿He abierto la puerta al revés?” Todo es posible.
Y claro, tú intentas disimular. Caminas con naturalidad... o lo que tú entiendes por naturalidad: una mezcla entre robot educado y figurante de serie que no quiere molestar. A medio camino te entra la duda existencial: ¿me siento ya? ¿Espero a alguien? ¿Pido algo? ¿Me voy por donde he venido?
Pero lo peor no es lo que piensas. Es que sabes que estás exagerando. Lo sabes. Sabes que a nadie le importa tu entrada triunfal, que probablemente ni te han mirado. Pero eso no calma nada. Porque la lógica no le gana nunca a la fobia social. Esto va de instinto, no de argumentos.
Así que sí, entrar en un sitio puede parecer un gesto sin importancia. Pero desde este lado, es como pasar por una alfombra roja imaginaria. Solo que en vez de flashes hay ansiedad, y en lugar de periodistas, tu mente diciendo: “todo el mundo te está mirando”.
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