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sábado, 19 de abril de 2025

La tristeza sin motivo


A veces me despierto triste. No ha pasado nada. No hay un motivo claro. Nadie me ha hecho daño, no he recibido malas noticias, el mundo sigue girando igual que ayer. Y, sin embargo, algo dentro de mí se apaga sin avisar.
No sé si es ansiedad , la fobia social, por todo lo que no vivo o simplemente la vida 
No lo sé

 Es una tristeza que no llora. Que no grita. Que no tiene palabras. Solo está. Se instala en el pecho como una nube espesa que no se va ni aunque lo intente. Y me cuesta explicar lo que siento, porque cuando no hay una causa concreta, parece que no tienes derecho a sentirte así. 

 Me digo a mí misma que no debería estar triste. Que tengo cosas buenas, que hay gente que lo pasa peor, que todo va más o menos bien. Y sin embargo, por dentro… no estoy bien. No del todo. Hay una parte de mí que se encoge sin saber por qué. 
Y eso duele. 
Duele no tener una razón. Duele no poder justificar lo que siento. Duele sentir que si lo digo, van a pensar que exagero, que busco atención, o que soy demasiado sensible. 

 Pero no es nada de eso. Es solo tristeza. Tristeza sin motivo. Y eso también es real. 

 He aprendido que no hace falta entender siempre lo que me pasa. Que a veces solo toca sostenerse, dejar que el día pase, permitir que la tristeza esté sin culparla ni culparme. Que no soy menos fuerte por sentirla. Que no soy menos válida por tener días así. 

 Y que, con suerte, mañana pesará un poco menos.
 Y si no, me seguiré quedando. Porque incluso la tristeza sin motivo necesita un lugar donde descansar. 

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