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jueves, 10 de abril de 2025

La metáfora: vivir como esponja . Empatía


La metáfora: vivir como esponja. Empatía

Sentir por los demás A veces me pregunto si lo que siento es mío… o si lo he absorbido de alguien sin querer. Entro en una sala, y si hay alguien triste, tenso o molesto, es como si su emoción me alcanzara antes que sus palabras. No necesito que me lo digan. Lo siento. Y no puedo evitar cargar con ello. 

 No sé cuándo empezó a pasarme. Solo sé que me afecta. Si noto que alguien está mal, empiezo a sentirme culpable, incluso aunque no tenga nada que ver conmigo. Es como si tuviera un deber invisible: entender, aliviar, no molestar. Y ese peso no se va. Porque no es solo empatía… es sobreimplicación. 

 Y con la fobia social, esto se multiplica. Porque no es solo sentir lo que el otro siente. Es sentir demasiado y tener miedo de provocarlo. Miedo de ser la causa de un malestar ajeno. Miedo de decepcionar. Miedo de no estar a la altura de la emoción que el otro necesita.

 La metáfora: vivir como esponja 

Imagina que tu piel no solo te protege, sino que absorbe todo lo que toca. No solo notas el calor del otro, también su frío. No solo ves sus lágrimas, las sientes. Y no puedes escurrirte, no puedes soltar lo que has absorbido. Eres una esponja emocional. Y acabas empapado de sentimientos que no eran tuyos, pero que ya te habitan. 

 Eso es lo que ocurre cuando sentimos por los demás. Nos invade una responsabilidad que nadie nos ha pedido. Y, sin darnos cuenta, dejamos de escucharnos a nosotras mismas. Porque lo de fuera suena más alto. Porque lo ajeno duele más que lo propio. 

 Reflexión final

Sentir por los demás puede parecer noble. Y a veces lo es. Pero cuando va más allá del cuidado y se convierte en autoabandono, deja de ser generosidad y empieza a ser herida. Porque mientras sostenemos el mundo emocional de los otros, el nuestro se va quedando sin espacio.

 Quizás el reto sea distinguir entre acompañar y cargar. Entre comprender y absorber. Y darnos permiso para sentir… solo lo que nos corresponde. No menos. No más. 

 Aunque a veces, en esta forma de estar en el mundo, eso parezca casi imposible.

Ver en blog Empatia y lenguaje corporal 

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