El artículo sobre el que basa esta entrada , también hablaba del impacto en la salud física , omitiré esa parte y solo me centraré en la mental , que es la que nos ocupa, para que no sea muy pesado. Si a alguno le interesara esa parte , la fuente está al final del texto
RESUMEN
El miedo, la tristeza, la ira y el asco son estados emocionales que, cuando son intensos y habituales,afectan negativamente la calidad de vida de las personas. En consecuencia, las emociones negativas constituyen actualmente uno de los principales factores de riesgo para contraer enfermedades físicas y mentales. Este artículo pretende, en primer lugar:
delimitar los conceptos y las características principales de cada emoción;
y segundo, sintetizar los hallazgos científicos que avalan la influencia de las emociones negativas clásicas en el proceso salud- enfermedad.
Estos fenómenos psicológicos se han asociado a las enfermedades mentales y físicas como variables influyentes en su inicio, desarrollo y mantenimiento. Por lo tanto, se revisan algunos de los vínculos entre las cuatro emociones negativas y los trastornos mentales.
Las emociones son reacciones psicofisiológicas
de las personas ante situaciones relevantes desde un punto de vista adaptativo, tales como aquellas que implican peligro, amenaza, daño,pérdida, éxito, novedad, etc. Estas reacciones son de carácter universal, bastante independientes de la cultura, producen cambios :
en la experiencia afectiva (dimensión cognitivo-subjetiva),
en la activación fisiológica (dimensión biológica-adaptativa)
y en la conducta expresiva (dimensión conductual-expresiva).
Además, desde un punto de vista psicológico, emociones tales como la alegría, el miedo, la ansiedad o la ira son emociones básicas que se dan en todos los individuos de las más diversas culturas,poseen un sustrato biológico considerable, son esencialmente agradables o desagradables, nos
activan y forman parte de la comunicación con los demás y a su vez, pueden actuar como poderosos motivos de la conducta.
Entre las emociones podemos distinguir al
menos dos grupos: las positivas y las negativas.
El miedo-ansiedad, la ira, la tristeza-depresión y el asco son reacciones por una experiencia afectiva desagradable o negativa y una alta activación fisiológica. Las tres primeras son las emociones más estudiadas en relación con el proceso salud enfermedad. Estas reacciones tienen una función preparatoria para que las personas puedan dar una respuesta adecuada a las demandas del ambiente, por lo que se consideran respuestas eminentemente adaptativas para el individuo. Sin Embargo, en ocasiones encontramos que algunas de ellas pueden transformarse en patológicas en algunos individuos, en ciertas situaciones, debido a un desajuste en la frecuencia,intensidad, adecuación al contexto, etc. Cuando tal desajuste acontece y se mantiene un cierto tiempo,puede sobrevenir un trastorno de la salud, tanto mental (trastorno de ansiedad, depresión mayor, ira patológica, etc.) como física (trastornos cardiovasculares, hematológicos, inmunológicos,etcétera).
A pesar de estas afirmaciones, existe cierta controversia en relación con qué entendemos por
emociones negativas y positivas, cuál es la
verdadera naturaleza de las relaciones entre estas emociones negativas .
Por ello, es preciso profundizar en el conocimiento de estas cuestiones.
El Objetivo del presente trabajo es hacer una revisión no sistemática descriptiva sobre el estado de la cuestión en la actualidad.
luego, abordaremos la cuestión de la relación entre emociones negativas y salud enfermedad,
para finalizar con algunas ideas que sinteticen lo tratado a lo largo del artículo.
CONCEPTO DE ESTRÉS
Una cuestión previa que ha de tenerse en cuenta a la hora de abordar el estudio de las emociones es el concepto y los modelos del estrés. La literatura sugiere que la perspectiva transaccional, o ajuste persona-ambiente, es una de las más importantes y útiles en el estudio del estrés, y por
extensión, de las emociones . Desde este marco teórico se ha asumido que el estrés implica tres elementos a los que hace referencia el modelo transaccional:
a) la valoración o apreciación que la persona hace de los estresores,
b) las emociones y afectos asociados a dicha apreciación
y c) los esfuerzos conductuales y cognitivos realizados
para afrontar dichos estresores.
Este enfoque tradicionalmente se ha centrado en las reacciones ante una situación de estrés y los resultados patológicos. En relación con nuestro objetivo en este trabajo, la teoría de las emociones basada en el modelo transaccional del estrés,implica fundamentalmente dos conceptos:
estresor
El primero de los conceptos hace referencia a cualquier agente externo o interno causal primariamente de estrés.
El segundo término, la respuesta de estrés, se refiere a un mecanismo de activación fisiológica y de los procesos cognitivos que favorece una mejor percepción y posterior evaluación de las situaciones y sus demandas, así como a un procesamiento más rápido y eficaz
de la información disponible con la consiguiente búsqueda de soluciones y consecuente selección
de las conductas adecuadas para hacer frente a la situación también denominado “Sistema de adaptación general” por Selye.
Por ello ahora nos referiremos al estrés como esta respuesta o mecanismo general de activación fisiológica y de los procesos cognitivos que le permite al organismo hacer frente a cualquier estresor. Por el contrario, miedo/ansiedad se refiere a una emoción, es decir, una de las etiquetas cognitivas que recibe esta activación fisiológica generada cuando se pone
en funcionamiento el mecanismo adaptativo denominado respuesta de estrés .
Otras emociones serían la ira, la sorpresa, el asco, la alegría y la tristeza. De ahí que es muy importante tener
en consideración que el estrés no está implicado únicamente en las emociones negativas. Una Revisión con mayor profundidad sobre los modelos transaccionales del estrés y su relación con las emociones podemos verla en
CONCEPTO DE EMOCIÓN
Las emociones básicas constituyen patrones individuales de conducta expresiva, cada una asociada a un patrón específico de activación fisiológica, a una experiencia cognitiva-subjetiva o sentimiento específico y con un substrato neuroanatómico específico .
El miedo, la ira, la tristeza, la alegría, la sorpresa y el asco son las emociones básicas para las que existe un mayor consenso respecto a su definición conceptual, características definitorias, etc. Desde Darwin hasta autores más contemporáneos, entre ellos , se ha resaltado la importancia de las emociones en cuanto a su función adaptativa para la
supervivencia del individuo y de la especie. Todos
estos autores asumen la existencia de emociones
básicas que son producto de la evolución
genética y ontogenética y que están relacionadas con estados biológicamente significativos como la procreación, la cría y la amenaza a la integridad de los individuos y de la especie.
Por tanto, podemos entender como emoción una experiencia multidimensional con al menos
tres sistemas de respuesta: -cognitivo/subjetivo; -conductual/expresivo y -fisiológico/adaptativo.
Para entender la emoción es conveniente atender estas tres dimensiones por las que se manifiesta, teniendo en cuenta que suele aparecer cierta desincronía entre los tres sistemas de respuesta.
Además, la predominancia de cada una de estas dimensiones varía en función de la emoción en concreto, la persona en particular o la situación determinada. Es más, en la mayoría de ocasiones las diferencias entre los distintos modelos teóri-
cos de la emoción se deben únicamente al papel que otorgan a cada una estas tres dimensiones .
Por otra parte, se han hecho muchos intentos por analizar la emoción en sus componentes o dimensiones principales para facilitar tanto su
clasificación, como la distinción entre ellas
A pesar de ello, las únicas dimensiones aceptadas por prácticamente todos los autores son la
de agrado-desagrado y la intensidad de la reacción emocional . No obstante, atendiendo únicamente a éstas no puede establecerse una clasificación exhaustiva y excluyente de todas las reacciones afectivas, puesto que emociones como la ira o el odio pueden ser
desagradables e intensas y no se trata del mismo tipo de emoción. Por tanto, la experiencia emocional, lo que pensamos y sentimos durante una reacción emocional, se suele clasificar según estos dos ejes o dimensiones. En otras palabras, las emociones suelen provocar sensaciones agradables o desagradables y pueden
ser más o menos intensas. Aunque, como ya hemos dicho, es difícil lograr una clasificación exhaustiva de todas las emociones
posibles con base en dimensiones independientes, la dimensión agrado-desagrado es exclusiva y característica de las emociones, de forma
que todas las reacciones afectivas se comprometen en dicha dimensión en alguna medida.Esta dimensión de placer-displacer sería la característica definitoria de la emoción respecto de cualquier otro proceso psicológico.
Otra forma de clasificar las emociones es
haciendo referencia a sus funciones propias.Parece relevante el hecho de que desde Darwin,
pasando por James, Cannon, Selye, etc., se ha venido reconociendo que la expresión de las
emociones en los animales y en el hombre cumple una función universal adaptativa, social y motivacional. En este sentido, es bien sabido que todas las emociones tienen alguna función
que les confiere utilidad y permiten que el sujeto ejecute con eficacia las reacciones conductuales
apropiadas y ello con independencia de la
cualidad hedónica que generen, al menos desde un punto de vista exclusivamente biológico, de supervivencia o salvaguarda de la integridad física. Incluso las emociones más desagradables tienen funciones importantes en la adaptación
social y el ajuste personal.
RESUMEN
A continuación se
describen brevemente cada una de estas funciones,
FUNCIÓN ADAPTATIVA
Una de las funciones más importantes de la emoción es la de preparar al organismo para ejecutar eficazmente la conducta exigida por
las condiciones ambientales, movilizando la energía necesaria para ello, así como dirigiendo la conducta (acercando o alejando) hacia un objetivo determinado. Plutchik destaca ocho
funciones principales de las emociones y aboga por establecer un lenguaje funcional que
identifique a cada una de dichas reacciones
con la función adaptativa que les corresponde. La correspondencia entre la emoción y su función son las siguientes: miedo-protección;ira-destrucción; alegría-reproducción; tristeza-reintegración; conanza-aifliación; asco- rechazo anticipación-exploración; sorpresa-exploración. Relacionada con esta función adaptativa se encuentra la evidencia de que bajo ciertas circunstancias (predisposición, recurrencia, intensidad) la activación del sustrato biológico
de cada emoción puede tener consecuencias
sobre la salud de los individuos y en general
juegan un papel importante en el bienestar/malestar psicológico de los individuos, que no deja de ser un indicador del grado de ajuste/adaptación del individuo (Plutchik, 1980).
FUNCIÓN SOCIAL
Las emociones también cumplen una función
importante en la comunicación social. Según Izard (1993) existen varias funciones sociales de las emociones, como son:
a) facilitar la interacción
Emociones negativas y su impacto en la salud mental y física
social,
b) controlar la conducta de los demás,
c) permitir la comunicación de los estados
afectivos y
d) promover la conducta prosocial.
Por ejemplo, una emoción como la felicidad favorece los vínculos sociales y las relaciones interpersonales, mientras que la ira puede generar respuestas de evitación o de confrontación. Es decir, las emociones juegan un doble papel en su función comunicativa.
En primer lugar,la expresión de las emociones podría considerarse como una serie de estímulos discriminativos que indican la realización de determinadas conductas por parte de los demás. Así, en muchos casos la revelación de las experiencias
emocionales es saludable y beneficiosa, tanto porque reduce el trabajo psicológico que supone la inhibición, como por el hecho de que favorece la creación de una red de apoyo social para la persona afectada. Sin embargo, en ocasiones los efectos sobre los demás pueden llegar a ser perjudiciales, hecho éste constatado por la evidencia de que aquéllos que proveen apoyo social al enfermo, como por ejemplo los cuidadores primarios informales, sufren con mayor frecuencia trastornos físicos y mentales
En segundo lugar,la represión de las emociones tiene una función social, por cuanto puede ser socialmente necesaria la inhibición de ciertas reacciones emocionales con capacidad de alterar las relaciones
sociales y afectar incluso la propia estructura y funcionamiento de grupos y cualquier otro sistema de organización social.
FUNCIÓN MOTIVACIONAL
La relación entre emoción y motivación es estrecha, ya que se trata de una experiencia presente en cualquier tipo de actividad que posee las dos principales características de la conducta motivada: dirección e intensidad. La emoción energiza la conducta motivada. Una conducta“cargada” emocionalmente se realiza de forma más vigorosa, de manera que la emoción tiene la función adaptativa de facilitar la ejecución
eficaz de la conducta necesaria en cada exigencia. Así, la ira facilita las reacciones defensivas,la alegría la atracción interpersonal, la sorpresa la atención ante estímulos novedosos, etc.Por otro lado, la emoción dirige la conducta, en el sentido de que facilita el acercamiento o la evitación del objetivo de la conducta motivada en función de las características de agrado-desagrado de la emoción. La función motivacional de la emoción sería congruente con lo que hemos comentado, la existencia de las dos dimensiones principales de la emoción: agrado-desagrado e intensidad de la reacción afectiva.
En resumen, si bien algunas de las principales discusiones teóricas actuales giran en torno a si existen emociones básicas y si el reconocimiento de éstas es universal, lo cierto es que existen ciertos patrones de reacción afectiva distintivos, generalizados y que suelen mostrar una serie de características comunes en todos los seres humanos. Se trata de las emociones de alegría, tristeza, ira, sorpresa, miedo
y asco. Podemos defender incluso que se caracterizan por una serie de reacciones fisiológicas
o motoras propias, así como por la facilitación de determinadas conductas que pueden llegar a ser adaptativas. Por último, tradicionalmente
se suelen diferenciar dos grupos de emociones en base a la dimensión de agrado-desagrado.Por una parte, nos encontramos con las emociones positivas, que se caracterizan porque generan una experiencia agradable. Ejemplos de este tipo de emociones son la alegría, la felicidad o el amor. Por otra parte, existe una serie
de emociones cuya experiencia emocional es desagradable y que han sido profusamente investigadas en su relación con la salud mental y
física. En el siguiente apartado vamos a repasar algunas de las características principales de las emociones negativas.
EMOCIONES NEGATIVAS (MIEDO, TRISTEZA,IRA Y ASCO)
A pesar de la pujante aparición de la psicolo-
gía positiva en los últimos años, el estudio de las “emociones negativas”,miedo-ansiedad, ira y tristeza- depresión, tuvo durante todo el sigloXX, y sigue teniendo, mucha fuerza en la investigación psicológica.
También añadimos el asco, que en los últimos 15-20 años ha sido objeto de interés por parte de la comunidad
científica. Un concepto relacionado es el de
afectividad negativa, que puede ser entendida
como un estado emocional transitorio o como una diferencia persistente en el nivel general de afectividad. La afectividad negativa es un rasgo que refleja la tendencia a experimentar emociones negativas a través del tiempo y de
situaciones . Este rasgo se solapa con el neuroticismo y la ansiedad, incluyendo sentimientos subjetivos de tensión,
preocupación, ansiedad, ira y tristeza. No obstante, parece necesario describir brevemente
cada una de estas emociones.
Miedo
El miedo y la ansiedad son las emociones que
han generado mayor cantidad de investigación
y sobre las que se ha desarrollado un arsenal
de técnicas de intervención mayor desde todas
las orientaciones teóricas psicológicas. La expresión patológica del miedo son los trastornos por ansiedad, que están relacionados con una
respuesta de ansiedad desproporcionada e irracional ante un peligro inexistente. Es una de las reacciones que produce mayor cantidad de trastornos mentales, conductuales, emocionales y
Psicosomáticos. La distinción entre fobia y miedo podría concretarse en que la reacción de miedo se produce ante un peligro real y la reacción
es proporcionada a éste, mientras que en la fobia la respuesta de ansiedad es desproporcionadamente intensa (o innecesaria) con la supuesta
peligrosidad del estímulo. Para nuestro fin, no distinguiremos entre ambos términos.
El miedo-ansiedad se define como una respuesta del organismo que se desencadena ante una situación de amenaza o peligro físico o psíquico, cuyo objeto es dotar al organismo de
energía para anularlo o contrarrestarlo mediante una respuesta (conducta de huida o de agresión;
Este mecanismo funciona de forma adaptativa y pone en marcha dicho dispositivo de alerta ante estímulos o situaciones que son potencialmente agresoras o amenazantes. Existe
un continuo entre la ansiedad adaptativa y la
ansiedad clínica, ambas tienen la misma fenomenología: cogniciones, neurofisiología y respuestas motoras de defensa o ataque. Sabemos que una cierta cantidad de ansiedad es necesaria para realizar ciertas tareas, para resolver problemas de un modo eficaz. Existe además una relación simétrica entre nivel de ansiedad (visto como nivel de motivación) y rendimiento (desarrollo de una tarea, mecanismo de resolución de problemas). Así, la relación entre ansiedad y rendimiento viene expresada por una
curva en forma de U invertida. Según la ley de Yerkes-Dodson, formulada en 1908, un déficit de ansiedad conlleva una eficacia de acción baja, mientras que una ansiedad óptima ante
determinados problemas propicia el aumento,
de forma deseable, de la ejecución o eficacia.
Sin embargo, la ansiedad excesiva o clínica actúa interfiriendo el rendimiento en todos los ámbitos del ser humano y se torna en clínica en las siguientes situaciones:
1. Cuando el estímulo presentado es inofensivo y conlleva una compleja respuesta de alerta.
2. Cuando la ansiedad persiste en el tiempo,
superando lo meramente adaptativo, y los niveles de alerta persisten.
3. Cuando los niveles de alerta y la ansiedad
interrumpen el rendimiento del individuo y las relaciones sociales.
Como ya hemos dicho, se han empleado diversos términos para designar la ansiedad clínica, tales como miedo, fobia, etc.
Sin embargo, existe cierto consenso a la hora de considerar estos términos como reacciones equivalentes
en cierto modo, si bien por ejemplo, en el caso
del primero, este fenómeno se produciría ante una situación de amenaza real, mientras que en el del segundo las fobias serían ante un peligro no real o sobredimensionado. En cualquier caso, a nivel operativo numerosos autores entienden que dichos términos tienen mucho en común
El análisis de las características principales
de la ansiedad como emoción
Tristeza
Tradicionalmente se la ha considerado como
una de las emociones desagradables, aunque no siempre se puede decir que es negativa. Sobre ella existe gran variabilidad cultural, e incluso algunas culturas no poseen palabras para definirla. No obstante, la tristeza-depresión, al igual que cualquier otra emoción, tiene una función filogenética adaptativa para recabar la atención y el cuidado de los demás, constituir un modo de comunicación en situaciones de pérdida o separación, o ser un modo de conservar “energía” para poder hacer frente a ulteriores procesos de adaptación Desde el punto de vista de la relación entre las emociones negativas y la respuesta de estrés, la experiencia de estado de ánimo triste dependería de la evaluación cognitiva realizada sobre la demanda situacional y los recursos que posee el sujeto para afrontar la situación, que en tal caso sería negativa y con frecuencia predominará cuando el/los estresor/es se cronifica/n
Otro hecho bastante común es que la ansiedad suele aparecer asociada al cuadro depresivo.
En estos casos los síntomas de tensión suelen interferir en la capacidad de disfrute del sujeto con respecto a las actividades agradables y se intensifican las desagradables. En tal caso, al igual que la ansiedad en su forma clínica, estos
sentimientos podrían por su duración, frecuencia e intensidad transformarse en una depresión clínica e interferir en la capacidad adaptativa de la persona que los padece. Todo ello resulta coherente con la idea bastante aceptada en la actualidad de que el estrés tiene un importante papel
en la génesis de la depresión
En su forma clínica, la depresión es un trastorno del estado de ánimo caracterizado por una sensación de tristeza intensa superior a dos meses.
Se produce por diversas causas: acontecimientos de la vida diaria —relacionados con
pérdidas o incapacidad para hacerles frente (indefensión)—, cambios químicos en el cerebro, efecto secundario de medicamentos, trastornos físicos o médicos. Los síntomas de la depresión no son los mismos en todos los individuos. La mayoría de sujetos dejan de tener interés por las actividades cotidianas; sienten fatiga o sensación
de lentitud; tienen problemas de concentración,
trastornos del sueño, sentimientos de culpa, inutilidad o desesperanza, aumento o pérdida de apetito o de peso, disminución del deseo sexual, ideación suicida, pensamientos negativos sobre sí mismos, etc.
Por lo tanto, la depresión es el resultado final
de la interacción de múltiples factores constitucionales, evolutivos, ambientales e interpersonales, que modifican las pautas de neurotransmisión entre los hemisferios cerebrales y el sistema
límbico.
Ira
La ira es considerada una emoción negativa por la mayoría de los teóricos de la emoción. Esta emoción puede ser concebida atendiendo a tres tipos de definiciones de la valencia emocional , es decir, las emociones se pueden entender como positivas o negativas en base
a:
1) las condiciones que evocan la emoción,
2) las consecuencias adaptativas de la emoción o
3) la experiencia subjetiva de la emoción.
Así, en primer lugar, la ira puede verse como negativa debido a las condiciones que evocan la emoción, ya que suele ser evocada por acontecimientos
aversivos.
En segundo lugar, la ira se puede calificar como positiva o negativa cuando es entendida desde el punto de vista de sus consecuencias
adaptativas, dependiendo del resultado de una
situación particular. Finalmente, la ira se podría ver como positiva o negativa en función de la sensación subjetiva o evaluación de la emoción, dependiendo de si un individuo siente placer/gusto
o displacer/aversión tras la experiencia subjetiva
de ira. Respecto de otras características típicas de la ira.
Asco
El asco es una de las reacciones emocionales
en las que las sensaciones fisiológicas son más patentes. La mayoría de las reacciones de asco
se generan por condicionamiento interoceptivo.
Está relacionado con trastornos del comportamiento, tales como la anorexia y la bulimia, pero
puede ser el componente terapéutico principal de
los tratamientos basados en condicionamiento
aversivo, tales como la técnica de fumar rápido,
así como en el tratamiento para reducir las náuseas y vómitos anticipatorios a la quimioterapia
Esta reacción emocional suele darse ante estímulos desagradables (químicos, fundamentalmente) que son potencialmente peligrosos o molestos. Suele ser muy proclive a los condicionamientos aversivos, siendo los estímulos condicionados mayoritariamente olfativos o gustativos.
La actividad fisiológica típica de esta emoción
suele ser el aumento en la reactividad gastrointestinal y la tensión muscular. No obstante, las
dos reacciones fisiológicas más características y
distintivas de esta emoción son las sensaciones de náusea y el aumento de la salivación.
Por otra parte, a diferencia de emociones como el miedo y la ira, donde predomina la respuesta simpática
del sistema nervioso autónomo, en el asco se ha contrastado una mayor predominancia de la respuesta parasimpática
Entre las funciones reconocidas se encuentran la generación de respuestas de escape o
evitación de situaciones desagradables o potencialmente dañinas para la salud. Aunque los estímulos incondicionados suelen estar relacionados con la ingesta, de manera que la cualidad
fundamental es olfativa u olorosa, los estímulos
condicionados pueden asociarse a cualquier otra modalidad perceptiva (escenas visuales, sonidos, etc.). Además también parece claro que no se puede restringir la emoción de asco a estímulos relacionados con alimentos en mal estado o potencialmente peligrosos para la salud, ya que esta reacción emocional también se produce ante
cualquier otro tipo de estimulación no relacionada con problemas gastrointestinales . Es
más, incluso puede producirse reacción de asco ante alimentos nutritivos y en buen estado. Otra
de las funciones reconocidas es la de potenciar hábitos saludables, higiénicos y adaptativos
Por último,
tiene un papel motivador fundamental ya que
induce conductas que implican la necesidad de
evitación o alejamiento del estímulo, siendo características las sensaciones desagradables, tales
como la náusea, cuando el estímulo es oloroso o
gustativo.
Emociones negativas y salud-enfermedad
Hasta aquí se ha hablado de las emociones como
reacciones básicas adaptativas, pero tanto la ansiedad y la depresión, como la ira y el asco (si
bien ninguna de ellas tiene su propia categoría
diagnóstica en los manuales psiquiátricos, aun siendo condiciones con claras implicaciones clínicas), pueden evolucionar hacia condiciones clínicas, donde se pierde el carácter adaptativo de
éstas y se convierte en un problema que interfiere y genera malestar significativo. Estas formas
se corresponderían aproximadamente con los trastornos de ansiedad y afectivos del eje I del DSM IV y de la CIE-10, cuando nos referimos a los trastornos psiquiátricos, así como también a algunos de los factores psicológicos propuestos
por las más recientes ediciones del DSM bajo la denominación de “Factores psicológicos que afectan a la condición médica” o con la categoría “Factores
psicológicos y del comportamiento en trastornos o enfermedades clasificadas en otro lugar” en el CIE-10 cuando nos referimos a las manifestaciones emocionales desadaptativas asociadas a las
enfermedades físicas.
En resumen, siguiendo a Cano-Vindel y Miguel-Tobal podemos afirmar que las emociones influyen sobre la salud-enfermedad a través de su relación con diversos sistemas fisiológicos que
forman el proceso “salud-enfermedad”, en especial cuando se convierten en trastornos clínicos, así como por medio de sus propiedades motivacionales para modificar las conductas “saludables” (ejercicio físico moderado, dieta equilibrada, descanso, ocio, etc.) y “no saludables” (abuso
de alcohol, tabaco, sedentarismo)
Pero no sólo la ansiedad, la depresión, la “ira patológica” o el “asco patológico” pueden afectar adversamente a una condición médica, sino que la evidencia empírica nos muestra que, ya sea de forma específica o asociadas a enfermedades físicas, existe una alta
prevalencia de problemas de ansiedad, depresión e ira que evidentemente han de ser tenidos en
cuenta .
Por ejemplo, un estudio
de la Asociación Psiquiátrica de América Latina indicó que la prevalencia de trastornos psiquiátricos en la población con enfermedades médicas
crónicas varía entre el 10.4% y el 59.8%, siendo la prevalencia media del 27.2% (Florenzano et al.,
2006).
Ansiedad
Cuando la frecuencia, intensidad o duración de
la ansiedad como respuesta emocional es excesiva puede dar lugar a la aparición de afectaciones a la calidad de vida. En estos casos hablamos de ansiedad patológica o de un trastorno de ansiedad.
La presencia de fuertes reacciones o estados
de ansiedad no solamente va a estar en la base de los denominados trastornos de ansiedad, sino también asociada frecuentemente a la depresión y en general a los trastornos considerados tradicionalmente como neuróticos, a buena parte de los psicóticos y a una amplia variedad de los psicofisiológicos .
Como puede observarse por esta amplia gama de problemas relacionados con la ansiedad, podríamos afirmar que ésta va a ser un elemento central en psicopatología y en buena parte de otros problemas relacionados con la salud, dando lugar a un considerable costo emocional y económico para cualquier sistema sanitario.
Los trastornos de ansiedad presentan la mayor prevalencia entre los trastornos mentales;
concretamente, un 16.4% de la población estadounidense sufre algún trastorno de ansiedad al cabo de un año . La cronicidad de
su curso se halla por delante de la de los trastornos del estado de ánimo y de las adicciones. Por
lo que se refiere a España, la cifra de personas que en el último año han tenido algún trastorno
de ansiedad asciende a 2 millones 400 mil personas (5.9%)
No obstante, al margen de las categorías diagnósticas incluidas en estos manuales,
la ansiedad como síntoma aparece relacionada
con la mayoría de trastornos afectivos, psicóticos, etcétera.
Depresión
La depresión es un trastorno del estado de ánimo o trastorno afectivo. El estado de ánimo deprimido es una de las condiciones psicopatológicas más frecuentes de los seres humanos .
El estado de ánimo puede entenderse como la tendencia básica del ser humano para aportar a los estados psíquicos un tono agradable o desagradable , o como el estado emocional subjetivo del individuo . Evidentemente, en la depresión el estado de ánimo estaría asociado al polo desagradable, la tendencia a la negatividad.
La depresión, por tanto, debe entenderse como
un trastorno del estado de ánimo que se manifiesta mediante un conjunto de síntomas característicos. Una de las características principales es el descenso del estado de ánimo, aunque el
estado de ánimo deprimido no debe ser el único criterio a tener en cuenta para diagnosticar depresión. “Esta distinción es muy importante porque la depresión-síntoma está presente en la
mayor parte de los cuadros psicopatológicos” .
La depresión como trastorno clínico es descrita comúnmente por las sensaciones de tristeza, desesperanza, vacío y pérdida de interés y placer en actividades cotidianas durante más de dos semanas
Ira
La ira es un estado de malestar que puede ir
desde una intensidad equivalente a la irritación
suave, hasta la denominada cólera intensa. Se
da en respuesta a un mal percibido que amenaza el bienestar de uno mismo o de los seres significativos o con los que el individuo se identifica.
No obstante, existe un gran acuerdo acerca de la variabilidad intra e interindividual en el nivel de intensidad emocional y activación fisiológica que se experimenta al enfadarse
La ira está ampliamente reconocida como problema de salud mental significativo. A diferencia de lo que ocurre con la ansiedad y la depresión, la ira persistente todavía no está reconocida
como una categoría diagnóstica en ninguna clasificación psiquiátrica oficial . Además, la ira persistente tiene ramificaciones psicológicas,
conductuales
e incluso médicas significativas, ya que causa sufrimiento emocional significativo tanto en la persona que experimenta la emoción como en las
personas implicadas. También puede representar un peligro desde el punto de vista de la seguridad pública, ya que puede conducir a la violencia doméstica u otras formas de violencia
Finalmente, la ira a menudo es un componente de otros trastornos emocionales, como los de ansiedad y los afectivos. Es más, en muchas ocasiones el tratamiento exitoso de estas condiciones reduce o mejora el control de la ira persistente Desafortunadamente, como fenómeno clínico la ira persistente
no es tan bien conocida como otros constructos
psiquiátricos. La ausencia de una categoría diagnóstica oficial en el eje I para un “trastorno de ira” por sí mismo ha obstaculizado el progreso en esta área, haciendo difícil llegar a estimaciones fiables sobre los índices de prevalencia de
este problema. La evidencia empírica disponible aunque limitada, sugiere que es legítima la existencia de un trastorno de ira por sí mismo, sin
la necesidad de otros diagnósticos psiquiátricos
asociados, y que los problemas de ira están frecuentemente asociados con otros trastornos del
comportamiento, o sociales como dificultades en
la escuela o en el trabajo, uso de alcohol y otras drogas, dificultades financieras, afugias legales
y baja autoestima Igualmente, la evidencia
indica que la ira se puede asociar también a trastornos psiquiátricos específicos . Los estudios psiquiátricos de comorbilidad
encuentran cierta confusión entre trastornos de
ansiedad, conflictos depresivos y problemas de ira: un paciente que experimenta cualquiera de estas alteraciones corre el riesgo aumentado de
experimentar los otros (Gorenstein et al., 2007).
En resumen, aunque la ira persistente no está
reconocida en el dsm-iv-tr como un trastorno psiquiátrico, es indudablemente un problema clínico significativo. La ira persistente causa malestar emocional, se confunde con la ansiedad y la depresión, puede conducir a la violencia y es un factor de riesgo para diversos trastornos médicos como la enfermedad cardiaca .
Asco
Como ya se dijo, el asco no ha sido estudiado con la dedicación que han tenido la ansiedad, la tristeza o la ira. Sin embargo, ya existe un corpus científico en relación con las asociaciones entre
esta emoción y los trastornos mentales.
Los primeros trabajos señalaron la existencia de vínculos entre el asco y la psicopatología
general, especialmente con la ansiedad. Varios
estudios de revisión , han sintetizado los estudios que demuestran relaciones significativas
entre ambos aspectos. Así, algunos estudios
sobre diferencias individuales en sensibilidad al asco hallaron que éste era mayor en pacientes psiquiátricos que en la población general,
así como que se relacionaba con puntuaciones
mayores en varias medidas de psicopatología
incluyendo neuroticismo y obsesividad). Otros
estudios han informado que entre los universitarios la escala de asco de Haidt estaba positivamente
correlacionada con la personalidad tipo obsesivo-compulsiva y con la personalidad tipo dependiente. También se han hallado relaciones
conceptuales entre las obsesiones y compulsiones de limpieza y la sensibilidad al asco y al contagio. Otras investigaciones recientes indican que hay un déficit en la detección de expresiones faciales de asco entre los pacientes con trastorno obsesivo-compulsivo. Por su parte, se
ha hallado que las fobias hacia animales depredadores (tiburones o leones) provocan miedo, mientras que las asociadas con animales que no amenazan con un daño físico significativo
(ratones, arañas, serpientes, cucarachas, gusanos, etc.) están motivadas fundamentalmente por el asco. También se ha encontrado un nexo entre el asco y las fobias a la sangre/inyecciones/ heridas, así como entre el asco y la depresión y entre el asco y los trastornos de la
alimentación
En resumen, en los últimos años la investigación sobre los trastornos de ansiedad se ha
centrado cada vez más en el papel potencial del asco como variable explicativa en los modelos de ansiedad La función evolutiva que se presume es la de prevenir la contaminación y la
enfermedad por lo que los modelos de trastornos de ansiedad se han desarrollado
alrededor de esta función. En ese sentido, la evitación de la enfermedad parece estar implicada en las fobias específicas a animales pequeños y a la sangre, las inyecciones y las heridas. Además, el asco, como muchas otras emociones, puede ser conceptualizado como estado y como rasgo. La exposición a los estímulos fóbicos puede evocar sensaciones de asco ,los individuos con fobias también demuestran
un predisposición general al asco (llamada sensibilidad al asco) la cual puede servir como factor subyacente de la vulnerabilidad en el desarrollo o el mantenimiento de
las aversiones fóbicas
Para finalizar, una hipótesis a desarrollar es que así como en el miedo la conducta de evitación o el escape representan la adaptabilidad del
individuo a una situación concreta, el asco podría ser considerado como una variante, el sujeto no huiría del peligro sino que el asco en este caso
actuaría como un revulsivo para expulsar o alejar el peligro del organismo.
Hoy en día hay datos suficientes para afirmar que
las emociones negativas tienen un efecto negativo sobre la salud
Se han hipotetizado diversas vías para explicar las interrelaciones de los factores emocionales
en el proceso de salud-enfermedad (.
). Así, existen varias hipótesis que intentan
explicar la influencia de los factores psicológicos
en el comienzo y la progresión del cáncer,
En resumen, junto con otros factores, parece existir un componente psicógeno que influye
en la evolución de la enfermedad al condicionar
la forma de adaptarse a los estresores sociales
(el primero de los cuales es el propio diagnóstico
de la diabetes. Por ello, vamos a
describir qué papel juegan la ansiedad y la depresión en el funcionamiento de cualquiera de estos
órganos.
periodos transitorios de estrés se asocian a una
mayor probabilidad de desarrollar úlceras de estómago en periodos de estrés prolongados.).
Otros trabajos muestran una comorbilidad
alta de la depresión mayor, los trastornos de pánico y agorafobia, con la dispepsia no ulcerosa
(2003). Dos de los trastornos más estudiados han
sido la enfermedad inflamatoria intestinal (colitis
ulcerosa y enfermedad de Crohn) y el síndrome
de intestino irritable.
Existen datos a favor de la influencia de las
emociones y los hábitos conductuales en la fisiología gastrointestinal, más concretamente en la
enfermedad inflamatoria intestinal (Anton, 1999).
Parece demostrada una clara relación entre el
estrés emocional y la exacerbación del proceso inflamatorio, así como con la percepción de las
molestias sintomáticas. Incluso se han descrito
rasgos de personalidad obsesivo-compulsivos y
alexitímicos característicos. Concretamente, se
ha hallado una elevada incidencia de trastornos
depresivos y ansiosos entre los pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal (García-Vega,
2003).
Respecto del síndrome del intestino irritable,
es una de las enfermedades más frecuentes del
aparato digestivo. Las hipótesis sobre su etiología son variadas, aunque se sabe que los factores psicológicos tienen un papel importante. Según
algunos de los trabajos publicados, hasta el 70% de los pacientes cumplen criterios para algún trastorno psiquiátrico, siendo los de ansiedad y
los depresivos los más frecuentes, mientras que
otros hallaron en su investigación que, en un notable porcentaje, los trastornos de ansiedad ya se encontraban presentes antes de la aparición de los síntomas gastrointestinales (FernándezAbascal et al., 2003).
Por tanto, los aspectos emocionales que se
han relacionado con los trastornos gastrointestinales funcionales (combinaciones de síntomas
gastrointestinales que no se explican por alteraciones bioquímicas o estructurales ni muestran
anormalidades en estudios médicos) son muy numerosos. Así, se ha evidenciado que la tendencia agresiva y la hipocondría pueden incidir en la
enfermedad gástrica, que la ansiedad y la depresión aumentan el dolor abdominal, la afectividad
negativa (tendencia a experimentar ira, disgusto,
asco, culpa, temor o depresión) se relaciona con
las quejas físicas, etc. Igualmente, se considera
que las personas con enfermedades gastrointestinales suelen tener niveles más elevados de miedo, enojo, ansiedad y tristeza, así como ansiedad rasgo y neuroticismo, irritabilidad u hostilidad, etc., y viceversa, es decir, aquellas personas que han pasado por una elevada frustración relacionada con sus metas y tienen reacciones de agresividad, o están afectadas en su estado de ánimo, fatigados, con sentimientos de culpa, con poco interés por las cosas, tensas o preocupadas excesivamente, inquietas o irritables, son más propensas a padecer enfermedades gastrointestinales (Juárez, Cano & Olarte, 2004).
Enfermedades
neurológicas
Las enfermedades neurológicas son las que presentan una mayor coexistencia con la depresión y la ansiedad (Robertson, 1997).
El dolor de cabeza es el síntoma neurológico
más evidente y uno de los motivos de consulta
más frecuentes en general (se estima que entre
un 10%-20% de los casos es el síntoma principal). Existen diferentes tipos: cefalea tensional,
migraña, cefalea en racimos y dolores de cabeza
Emociones negativas y su impacto en la salud mental y física
Tanto la ansiedad como la depresión
son comunes en los dolores de cabeza crónicos
(Maizels, 2004).
Respecto de la cefalea tensional, muchas personas son susceptibles a los dolores de cabeza
en épocas de mayor estrés emocional y puede constituir un síntoma importante en síndromes ansiosos y depresivos (Maizels, 2004). La explicación a estas cefaleas es la de que el exceso de ansiedad suele producir contracción de la musculatura de la cabeza y el cuello. Si ésta se prolonga
varias horas se produce constricción vascular e
isquemia, que sería la causante del dolor.
Las personas caracterizadas por Fuente de personalidad del tipo A son especialmente proclives a
este trastorno. Se ha estimado que hasta el 95%
de estos pacientes padecen síntomas de ansiedad o depresión, bien de naturaleza reactiva o endógena. Además, algunos estudios indican que el padecimiento de cefaleas prolongadas puede desencadenar trastornos psicológicos que, a su vez,
podrían convertirse en variables mantenedoras
del trastorno psicológico y potenciar la gravedad
de la cefalea en futuros ataques. Concretamente, algunos estudios epidemiológicos indican que estos enfermos se caracterizan por rasgos de ansiedad, neuroticismo y depresión anormalmente
altos (Stewart, Shechter & Rasmussen, 1994).
En cuanto a la relación temporal, según algunos
estudios la depresión se inicia después de la cefalea, existiendo una comorbilidad superior al 20%
(Maizels, 2004).
El estrés y los trastornos de ansiedad también
son un precipitante de la migraña. De acuerdo
con estudios epidemiológicos, los trastornos de
ansiedad preceden a la migraña, aunque probablemente interaccionan con otros precipitantes que aumentan su vulnerabilidad, pero sin
desencadenarla necesariamente. Así pues, el
estrés puede iniciar directamente la migraña en pacientes biológicamente propensos y potenciar
indirectamente o intensificar su desencadenamiento. Posteriormente las migrañas presentan
mayor riesgo de asociación a crisis de pánico o
ansiedad.
Existen otras enfermedades neurológicas
más graves que también presentan una comorbilidad alta con el trastorno depresivo mayor así
como alto riesgo de suicidio en los cinco años siguientes a la lesión, especialmente en pacientes
con epilepsia, esclerosis múltiple o lesiones de la
médula espinal. Igualmente, se ha documentado
una incidencia alrededor del 40% de depresión
asociada a accidentes vasculares cerebrales agudos (Starkstein, Fedoroff, Price, Leiguarda & Robinson, 1993).
Otra enfermedad muy estudiada es la demencia. Algunos estudios consideran que esta
enfermedad neurológica desencadena trastornos
depresivos (Ballard, Bannister, Solis, Oyebode
& Wilcock, 1996). Otra enfermedad neurológica
más, como el Parkinson, exhibe altos niveles de
psicopatología asociada, tanto ansiedad como depresión. Sin embargo, algunos autores recuerdan que hay que ser cuidadoso con esta asociación
Parkinson-depresión, ya que el estado de ánimo
del paciente puede deberse a estados transitorios
de disforia más propios de las exacerbaciones de
la enfermedad neurológica (Richard, 2005).
Por último, se ha hallado una asociación entre la ansiedad y la depresión, y la esclerosis múltiple. Así, hasta el 75% de personas con esta enfermedad lleva asociado problemas psicológicos
y psiquiátricos (trastornos de pánico, depresivo,
bipolar, etc.). Además, la depresión y la ansiedad
influyen en la relación entre la esclerosis múltiple y la calidad de vida, ya que los individuos con
más síntomas de ansiedad y depresión presentan mayor incapacidad física y peor calidad de vida
(Janssens et al., 2004).
Trastornos respiratorios
Actualmente no se ha podido demostrar la influencia etiopatogénica en la enfermedad respiratoria de los factores psicológicos, pero sí se acepta la posible influencia de los factores psicosociales sobre la evolución del asma bronquial o en el
mantenimiento de algunos de los síntomas. Así, existen múltiples estudios metodológicamente rigurosos que demuestran el importante papel que
la ansiedad asociada a las crisis de asma desempeña sobre la evolución del asma bronquial y de la enfermedad respiratoria en general (Bosley,
Corden & Cochrane, 1996). La ansiedad de algunos pacientes se asocia a una peor evolución dela enfermedad, al aumentar la sintomatología y
transmitir una mayor sensación de gravedad, lo que lleva a tratamientos más urgentes, frecuentes, agresivos y costosos. La depresión también puede influir negativamente sobre la evolución del paciente asmático, conduciendo a un auto cuidado pobre, con incumplimiento de las prescripciones médicas y tendencia a la indiferencia
ante los síntomas respiratorios (M. I. Vázquez,
Romero-Frais & Sández, 2003).
Trastornos reumatológicos
Muchas enfermedades reumatológicas cursan de forma crónica, produciendo dolor, deformación e
incapacidad funcional. Repercuten directamente sobre la calidad de vida del paciente, afectando
su actividad laboral, social y familiar. Con frecuencia los síntomas y signos de la alteración
músculo-esquelética se solapan con la sintomatología propia de una afectación emocional (Sociedad Española de Reumatología, 2001).
En una enfermedad como la artritis reumatoide, el dolor y el deterioro físico pueden causar síndromes psiquiátricos, de los que el más estudiado es
el depresivo. Se estima la prevalencia de depresión mayor en alrededor del 17%, y la de distimia, en un 40% aproximadamente (Miralles et al., 2003). Estos factores emocionales han sido implicados en la evolución de la artritis reumatoide de forma desfavorable, en el sentido de poca motivación, depresión no asociada al dolor y mal control de impulsos.
En pacientes con dolor crónico se considera
que la presencia de síntomas de ansiedad es muy significativa y tanto la ansiedad como la depresión son factores facilitadores de la percepción del dolor (Melzack & Wall, 1965).
En cuanto a la fibromialgia, existe unanimidad en la literatura con relación a la presencia de
alteraciones emocionales en estos pacientes (Rice
& Pisetsky, 1999). Se puede decir que síntomas como tristeza, ansiedad, fatiga, insomnio, irritabilidad, falta de concentración, desinterés, apatía
e hipocondría, forman parte del cuadro clínico.
Es frecuente la concomitancia de la fibromialgia con otras enfermedades médicas con acreditado
contenido psicológico, como el síndrome del intestino irritable, la migraña, problemas de sensibilización alérgica y, en especial, el síndrome de
fatiga crónica.
Conclusiones
En este artículo se ha intentado mostrar una
síntesis de la literatura científica relativa a la influencia de las emociones negativas clásicas (tristeza-depresión, miedo-ansiedad, ira y asco) en el proceso de salud-enfermedad. Estos factores se han asociado con las enfermedades mentales y físicas como variables influyentes en su inicio,
desarrollo y mantenimiento. Se han hipotetizado básicamente dos vías explicativas generales.
La primera hace referencia a la influencia de las emociones negativas en la conducta, de manera que interfieren en los hábitos saludables y fomentan el desarrollo de conductas inadecuadas
que ponen en peligro nuestra salud. El segundo mecanismo se refiere a la repercusión de la activación psicofisiológica en los sistemas orgánicos,
afectando a la inmunidad, por ejemplo. Por último, se han descrito algunos de los vínculos entre las emociones negativas y los trastornos mentales y físicos. Así, no sólo existe una influencia de las emociones negativas en el inicio y el curso de
estos trastornos, sino que también se reconoce una alta comorbilidad tanto de los trastornos
mentales como de las enfermedades médicas con los trastornos ansiosos y depresivos y con la ira
y el asco patológico, frecuentemente como consecuencia del padecimiento de ellas.
Es preciso señalar algunas de las limitaciones del trabajo. Así, este estudio no tiene como objetivo principal ser exhaustivo ni sistemático en la
revisión de la literatura disponible, sino que se
plantea como meta llevar a cabo una síntesis del estado de la investigación sobre emociones negativas y salud, que como se entenderá, es muy
amplio. Sin embargo, consideramos que esta revisión descriptiva puede ser ilustrativa a modo de puesta al día de las relaciones entre las emociones negativas, que siguen siendo de interés para investigadores y clínicos, y los problemas de salud mental y física. Por otra parte, la complejidad y
amplitud de la temática hace más recomendable
renunciar a profundizar en los muchos aspectos
incluidos en este trabajo, si bien consideramos que las referencias básicas pueden servir para ampliar la información
Fuente
EMOCIONES_NEGATIVAS_Y_SU_IMPACTO_EN_LA_SALUD_FISICA_Y_MENTAL