Cada vez se habla más del mindfulness como técnica que funciona para diversos trastornos como la fobia social , la llaman la terapia del aquí y el ahora , una filosofía de vida que incluye la práctica de la meditación.
Es una técnica que no es para nada novedosas de hecho es muy antigua la hemos adaptado de los budistas .
La reducción del estrés basada en la atención plena (REBAP) (Mindfulness-Based Stress Reduction - MBSR) es un programa estructurado de medicina complementaria que utiliza técnicas de atención plena orientado a aliviar el dolor y mejorar el bienestar físico y emocional de individuos que padecen una variedad de enfermedades o trastornos aunque también se ha utilizado en sujetos sanos. Creado por el doctor Jon Kabat-Zinn en la Escuela de Medicina de la Universidad de Massachusetts , los programas REBAP y en general las técnicas de atención plena tienen sus raíces en las enseñanzas del budismo de esos monjes y nosotros las hemos occidentalizado.
¿Qué es el mindfulness?
El mindfulness es la focalización de la atención en el momento presente. Es un método para conseguir la atención plena, centrándonos en lo que está sucediendo “aquí y ahora”, aceptándolo sin más, sin intentar cambiar, ni juzgar nada. Su significado es plena consciencia. Concentrarse en lo que sucede en nosotros y en nuestro alrededor y saber renunciar al ruido y a las distracciones
El doctor Jon Kabat-Zinn y su equipo, en el año 1979, comenzaron a utilizar mindfulness de modo terapéutico en la clínica de la reducción del estrés del Hospital de la Universidad de Massachusetts, en USA. De esta forma desarrollaron un programa de 8 semanas basado en mindfulness para la reducción del estrés (MBSR), programa creado para ayudar a las personas a aprender a convivir con condiciones médicas crónicas.
Diversas investigaciones científicas posteriores están comprobando que incluyendo en nuestra rutina diaria conseguimos muchos beneficios para nuestra salud física y mental gracias al mindfulness, es muy positivo para el autocontrol en los niños, para el desarrollo de la resiliencia y de los recursos de afrontamiento en personas enfermas y para la mejora en niveles objetivos de salud, entre ellos es fundamental para reducir el estrés y la ansiedad, para mejorar los niveles de concentración y nuestra memoria, para descartar los tan incapacitantes pensamientos intrusivos y para la mejora del dolor.
Algunas investigaciones neurocientíficas sugieren que la práctica de mindfulness apoya las conexiones entre la amígdala y la corteza prefrontal, responsable de regular la expresión de nuestros pensamientos, emociones y acciones. Una conexión fuerte entre la corteza prefrontal y la amígdala nos protege de los efectos dañinos del estrés y de la ansiedad.
En la práctica, lo que experimenta una persona con el mindfulness es una conexión muy estrecha consigo mismo, con su cuerpo, con su mente y con sus emociones.
Al practicar mindfulness te ves a ti mismo desde otra perspectiva, como si fueras un observador que ve todo cuanto acontece en ti y en tu entorno, de modo que te haces más consciente de lo que sientes y piensas. Esto te dará mayor capacidad para alinear tus pensamientos y sentimientos con cualquier propósito que tengas en la vida.
¿En qué consiste?
Para poder alcanzar el mindfulness habrá que aprender desde el principio y entrenarse duro para ello. Existen diferentes técnicas que nos pueden ayudar a conseguirlo: hacer yoga, practicar meditación, la respiración consciente, el escaneo corporal... por lo tanto, la meditación es un vehículo más, de todos los que tenemos para poder alcanzar mindfulness, aunque , como hemos dicho al principio de este artículo, no son lo mismo. Mindfulness es un estado y/o rasgo que se alcanza a través de la práctica de la meditación, independientemente de que la persona sea o no religiosa.
El objetivo del mindfulness es lograr un profundo estado de conciencia durante la sesión y se usan varias técnicas concretas para alcanzarlo. Buscamos conseguir que nuestra conciencia se relaje y no elabore juicios de nuestras sensaciones, sentimientos o pensamientos.
¿Cómo se practica?
Aquí os dejamos varios pasos que te ayudarán en el camino.
En relación al tiempo, es recomendable empezar practicando varios minutos al día e ir ampliando en función vayas adquiriendo la rutina hasta llegar al ritmo ideal de 30 minutos diarios. Hay que ser perseverante, no abandonar si no notamos cambios al principio e intentar no avanzar demasiado rápido. Ten paciencia.
Encuentra tu momento tranquilo del día: por la mañana justo después de despertarte, antes de acostarte al terminar la jornada, después de comer al medio día…Escoge un ambiente o sitio relajado: libre de ruidos y/o distractores externos, con una temperatura adecuada y en el que nos sintamos muy a gusto: en tu cuarto, en la oficina, en un parque al aire libre, en el jardín…Ponte ropa cómoda y colócate: también en una postura cómoda. Sentado en el suelo con la espalda recta para no obstaculizar la respiración o tumbado sobre una esterilla.Céntrate en tu respiración: concéntrate en cómo el aire entre por tus fosas nasales hacia tus pulmones, cómo nutre de oxígeno todo tu cuerpo y cómo sale de nuevo por la nariz, llevándose con él todo lo malo y lo negativo. En cuanto tu mente se distraiga llévala de nuevo a la atención de tu respiración. Con la práctica, poco a poco irás mejorando la técnica y cada vez te llevará menos tiempo alcanzarlo.Deja que aparezcan libremente los pensamientos y emociones que vayan surgiendo: Es imprescindible mantener una actitud neutral ante ellos, no juzgarlos como buenos o malos, simplemente percibirlos y observarlos de manera impersonal.
Esto es complicado de alcanzar, vamos a mil revoluciones por hora y nuestro cerebro no para de procesar información a un ritmo frenético que asusta, tranquilo, también es cuestión de práctica y más práctica, con entrenamiento, rutina y hábito, cada vez te costará menos lograrlo, ya lo verás.
Después, una vez que la práctica la tengas adquirida, para generalizar el cambio y que se traslade a tu día a día, deberás llevar esta atención y consciencia que has utilizado durante la sesión al resto de tus tareas habituales. Introduce la atención y la consciencia a tu vida, de esta forma incorporarás el mindfulness a tu vida cotidiana.
Así, a través de esta práctica puedes dirigir el rumbo de tu propia vida, y no dejar que tus pensamientos ni tus sentimientos lo hagan por ti. Tienes ante ti, por tanto, una herramienta muy poderosa para transformar tu vida en una experiencia con sentido.
Con el mindfulness aprendemos a tolerar el impulso de seguir patrones que no nos sirven. Cultivamos un espacio entre el pensamiento y la acción, y con la práctica, poco a poco, aumentamos nuestra capacidad de estar en este espacio y en este momento. Reaccionando de forma menos compulsiva, considerando las opciones de las que disponemos y funcionando menos en piloto automático, de esta forma podremos tomar decisiones de forma libre y adecuadas a cada situación, sin dejarnos llevar por los automatismos que se disparan con las prisas.
A lo largo del año lidiamos con tareas y responsabilidades que nos generan mucho "ruido mental". ¿Has observado cómo te hace sentir todo?, ¿eres consciente de lo que esas experiencias te han generado?
Aparecen estresores cotidianos, nuestra mente orientada al futuro y a la previsión, planificación ... En ocasiones seguimos tendencias que nos hacen reaccionar ante los acontecimientos sin tener la percepción que estoy eligiendo hacer eso.
Tener en cuenta el pasado nos permite aprender de experiencias anteriores. Ambas cuestiones son realmente útiles. Pero, si nos centramos en el pasado y/o en el futuro, ¿qué pasa con el presente? ¿Cuántas cosas nos perdemos del presente por estar pensando y juzgando sucesos pasados?
Son estas y otras muchas, las experiencias cotidianas que se tiñen por ese parloteo constante donde los pensamientos invaden nuestra atención. Y nos llevan a cualquier sitio menos a la experiencia que está sucediendo ese mismo instante. Lo que genera emociones y sentimientos quizá, a veces, encontrados y que cuesta gestionar.
Mayer y Salovey definen la gestión emocional como la habilidad para la gestión de los estados emocionales. Lo que incluiría su percepción, comprensión, manejo y utilización de forma constructiva.
Es muy importante detectar y ser consciente del estrés asociado a estos eventos así como a estresores cotidianos (además de poco previsibles, continuados y a veces con consecuencias complejas de detectar) .
Tener ese espacio para practicar la atención plena, también llamado Mindfulness y entrenarse para promoverlo más en el día a día es una experiencia cada vez más habitual.
Es posible que tengamos un refugio pero en ocasiones es engañoso (cualquier cosa que anestesie el dolor del sufrimiento o evite afrontamiento) no siempre evita los efectos secundarios que a veces conllevan más costes que beneficios, sobretodo a medio largo plazo.
Al practicar mindfulness te ves a ti mismo desde otra perspectiva, como si fueras un observador que ve todo cuanto acontece en ti y en tu entorno, de modo que te haces más consciente de lo que sientes y piensas. Esto te dará mayor capacidad para alinear tus pensamientos y sentimientos con cualquier propósito que tengas en la vida.
“Solo existen dos días en el año en los que no se puede hacer nada. Uno se llama ayer y el otro se llama mañana. Hoy es el único día para amar, creer, hacer y principalmente vivir”.
Dalai Lama.
Fuente:
Qué es mindfulness