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jueves, 9 de junio de 2022

LA IMPLICACIÓN FUNCIONAL DE LA AMÍGDALA EN RELACIÓN CON EL MIEDO

 

Siempre oímos hablar de una amígdala en nuestro cerebro que es la causante de nuestros miedos en esta entrada trataré este tema en profundidad 

 

El miedo es una sensación básica, universal y primaria; su función es proteger 

ante situaciones de riesgo. Sin miedo, las personas actuarían de forma temeraria y pondrían en peligro la vida. El miedo actúa como regulador de nuestra conducta, avisándonos de los peligros y evitándolos al detectar una amenaza; ésta se interpreta como tal cuando se implican daños hacia la integridad física, la reputación, autoestima, autoconcepto o seguridad en función de la idea y las creencias que tiene el individuo al respecto. La amígdala es la estructura encargada de esta sensación. 


La amígdala presenta variaciones dependiendo del sexo (femenino o masculino). 

Eso explica porqué se observan ligeras diferencias entre hombres y mujeres en la 

memoria emocional y en las respuestas sexuales, pues la amígdala posee receptores para hormonas sexuales como los andrógenos y estrógenos, y se ha observado que una mayor o menor cantidad de estas sustancias puede ocasionar a largo plazo cambios en el tamaño de la amígdala y en sus neurotransmisores. 

De hecho, parece que los hombres poseen una amígdala de mayor tamaño que las mujeres, pero no se ha determinado con claridad si esto afecta o no al comportamiento distinto entre hombres y mujeres


FUNCIONES GENERALES DE LA 

AMÍGDALA 

Esta estructura es crucial para algunas funciones y a través de los años se han 

llevado a cabo investigaciones de elementos específicos del circuito neural.

Percepción de emociones

Una estimulación de la amígdala provoca agresión o miedo e incluso está relacionada con la memoria aversiva. Respuestas conductuales ante el miedo se dan a partir del primer contacto con un factor amenazante y produce la memorización del mismo, la cual permite su asimilación como experiencia. Las respuestas dependen de sus conexiones con el hipotálamo, que a su vez activa al sistema nervioso autónomo, produciendo mayor atención al peligro, la inmovilización o la respuesta de huida. La amígdala emite proyecciones a áreas que controlan la musculatura facial, como el nervio facial y el trigémino, lo que explica la expresión facial propia del miedo, caracterizada por ojos muy abiertos, cejas elevadas, labios tensos y boca abierta.

Respecto a la respuesta ante factores amenazantes .

Se cree que existe una vía subcortical rápida dirigida hacia la amígdala, la cual ha evolucionado y permitido la rápida detección de la amenaza. Se registraron datos electrofisiológicos de esta vía en humanos, encontrándose respuestas amigdalinas rápidas ante situaciones de miedo. Después de presentar a los participantes gestos de felicidad, enojo y miedo, los últimos producían 

activación de latencia más corta. 

Esta vía resulta fundamental para comprender las respuestas emocionales no conscientes. No obstante, ha llegado a ser cuestionada debido a la escasez de evidencia de respuestas relacionadas con el miedo de corta latencia en la amígdala primate, incluyendo a los humanos.

Como segundo punto, la amígdala parece formar parte de un sistema general para la memoria de tipo emocional, que nos permite recordar qué pistas del entorno se asocian con un acontecimiento peligroso o benéfico. Así, ante la aparición de esas claves en el futuro, puede generarse una respuesta automática 

de miedo o acercamiento, con el objetivo de promover nuestra supervivencia. 

La activación de la amígdala ante estímulos que provocan miedo causa una potenciación de nuestra memoria, es decir, recordamos mejor las cosas que nos ocurren cuando surgen emociones intensas simultáneamente, así, la excitación o activación emocional es la que facilita que los recuerdos se consoliden.

El estudio de Kensinger E y Corkin demuestra cómo se recuerdan mejor las palabras vinculadas con alta excitación emocional, como palabras negativas. Por este motivo, los animales y los humanos aprenden con gran rapidez a alejarse de un estímulo potencialmente peligroso que les ha causado gran activación emocional. Se examinó dicho argumento gracias a la implementación de 

6 pequeños experimentos en una muestra de personas donde se seleccionaron como estímulos 280 palabras. La mitad de las palabras eran neutrales y la otra mitad negativas. Las palabras negativas fueron seleccionadas por ser bajas en valencia y altas en excitación. 

La magnitud de la respuesta se presentó mayormente para las palabras negativas.


Reconocimiento de emociones

Una de sus funciones es reconocer emociones basándose en la expresión facial ajena. Se cree que existe una conexión entre la amígdala y la corteza temporal inferior, donde se procesa el reconocimiento de rostros y gestos. Así, la amígdala le da el significado emocional a la expresión facial y permite relacionarse adecuadamente con los demás, potenciando las relaciones sociales.


Respuestas de placer

La amígdala no sólo se centra en el miedo; también vincula datos del ambiente con elementos tanto apetitivos como no apetitivos de un estímulo. El sentirse bien en ciertos lugares se debe a la asociación del lugar con eventos positivos, en contraste con uno relacionado con sucesos negativos. Así, reducimos el tiempo que pasamos en ambientes peligrosos y hacemos probable nuestra supervivencia.


El miedo y la ansiedad son definidos como estados cerebrales causados por estímulos externos o internos que subyacen a un conjunto específico de reacciones mensurables conductuales, fisiológicas, hormonales y autónomas, con el objetivo de aumentar la probabilidad de supervivencia, ya sea activando 

funciones de pelea, huida o inmovilización. El miedo se genera a partir de información sensorial aguda y objetiva.

Se ha observado que la amígdala está fuertemente relacionada con el procesamiento de señales de miedo y acondicionamiento de este

La mayor parte de lo que entendemos sobre el miedo proviene de estudios que utilizan el condicionamiento del miedo pavloviano. En este paradigma, un estímulo inicialmente neutro , como el tono, evoca miedo a través de la asociación con un evento aversivo, conocido como el estímulo incondicionado. Por ejemplo, un golpe en el pie.



SITUACIONES PATOLÓGICAS DE 

LA AMÍGDALA 

Disfunciones de la amígdala se han relacionado con diversos trastornos del neurodesarrollo y con alteraciones neurocognitivas y conductuales. 

Múltiples estudios focalizados en el complejo amigdalino han permitido comprender aspectos fisiopatológicos y formular nuevas hipótesis en 

relación con su generación.

Existen diversas circunstancias en las que la amígdala es protagonista de trastornos mentales, tales como los trastornos de ansiedad, ataques de pánico, el trastorno por estrés postraumático o en fobias, así como en alteraciones asociadas al consumo de drogas como la marihuana, de acuerdo al panorama que implica su alteración en niveles hormonales y/o liberación o inhibición de neurotransmisores, ante exposición a estos factores (como el estrés continuo o sustancias adictivas) y considerando la constitución y sensibilidad  propias de la amígdala ante estos.

Según el tamaño de la amígdala, (observado tanto en factores intrínsecos, como en predisposición genética, expresado a partir de diversos trastornos. psiquiátricos, o bien, género, así como en factores extrínsecos, como el consumo de sustancias adictivas) es posible establecer conductas adictivas o expresar trastornos definidos a partir de sus vínculos entre comportamientos o eventos y 

sensaciones placenteras, haciendo que dichos comportamientos se vuelvan repetitivos. 


Se puede afirmar que el complejo amigdalino está implicado en numerosos procesos psiquiátricos, tanto por daño estructural de dicho complejo como por daño funcional. 


Hablando concretamente respecto a trastornos, el miedo en las fobias se convierte en algo desadaptativo: se aprenden igual que cualquier otro miedo, pero ocurren cambios de plasticidad que se producen de forma acelerada en el BLA, siendo muy resistentes a la extinción, de manera que el organismo 

interpreta que su supervivencia estaría en juego si el miedo cesara. Se ha supuesto que las lesiones en la amígdala podrían dar lugar a dichas fobias, ya que estas incapacitan para generar una respuesta emocional inconsciente, especialmente cuando el estímulo va cargado emocionalmente de lo que constituye el miedo.

En la actualidad se están llevando a cabo estudios clínicos y experimentales que intentan obtener información diagnóstica y terapéutica sobre el papel del cuerpo amigdalino en diferentes estados de fobia, ansiedad y trastornos prevalentes en personas jóvenes y adultas. 


El recuerdo del miedo se graba a fuego en el cerebro

Los sucesos aterradores casi nunca se olvidan, quedan grabados en nuestra memoria de manera muy marcada, provocándonos miedos muchas veces irracionales



El miedo segrega norepinefrina, que facilita el recuerdo


Este patrón de actividad cambia la frecuencia de oscilación de las ondas cerebrales que se producen en la amígdala, pasando de un estado de reposo a uno de excitación que hace que se almacenen mejor los recuerdos negativos. Es por este motivo que quedan mejor grabados los miedos que otras situaciones que experimentamos.


Cuando tenemos miedo el cerebro genera norepinefrina, similar a una descarga de adrenalina, que aumenta la excitación de la amigdala, grabando mejor el recuerdo


“Si te asaltan a punta de pistola, tu cerebro secreta una gran cantidad del neurotransmisor de estrés norepinefrina, similar a una descarga de adrenalina. Esto cambia el patrón de descarga eléctrica en circuitos específicos en tu cerebro emocional, centrado en la amígdala, que a su vez hace que el cerebro pase a un estado de mayor excitación que facilita la formación de recuerdos, el recuerdo del miedo, ya que da miedo”, ha explicado Jeffrey Tasker, director de la investigación.


Además, ha añadido que “creemos que este es el mismo proceso que sale mal en el trastorno de estrés postraumático y hace que no puedas olvidar las experiencias traumáticas”. Seguir investigando los mecanismos cerebrales que hay detrás de los miedos es clave para poder desarrollar terapias eficaces para combatirlos.

 


CONCLUSIÓN 

La amígdala es una estructura fundamental para diferentes funciones en relación con la interpretación y memoria de emociones. El miedo es una sensación vital para los seres humanos debido a que propicia el estado de alerta ante una amenaza con la finalidad de proteger al individuo ante situaciones de 

riesgo. La evidencia en animales y humanos comprueban que existe una relación entre esta sensación y el complejo amigdalino. La amígdala, junto con sus núcleos y conexiones con distintas estructuras del sistema nervioso, son creadores de la sensación y memoria del miedo, y se encuentra estrechamente 

relacionada con varios trastornos


Fuente

https://anahuacqro.edu.mx/escuelacienciasdelasalud/wp-content/uploads/2021/09/11page-8-13.pdf



https://www.webconsultas.com/noticias/mente-y-emociones/desvelan-por-que-el-recuerdo-del-miedo-se-graba-a-fuego-en-el-cerebro



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