--- --- 🔹

COMPARTIR

jueves, 11 de diciembre de 2025



SECCIÓN LO QUE NO VEMOS DE NOSOTROS

La sensibilidad que disfrazamos de torpeza

A veces pienso que, si alguien pudiera escuchar todo lo que siento antes de abrir la boca, entendería cosas de mí que ni yo misma sé explicar. Porque lo que más me cuesta aceptar de la fobia social no es el miedo ni los nervios. Lo que más me cuesta aceptar es que soy mucho más sensible de lo que aparento… pero esa sensibilidad no se ve porque yo la escondo bajo el miedo a no encajar.

Cuando entro en un lugar, mi cuerpo empieza a escanearlo todo sin que yo lo decida: quién parece cansado, quién está incómodo, quién está tenso. Me fijo en detalles que a los demás ni les pasan por la cabeza: un gesto raro, un silencio corto, un cambio mínimo en el tono de voz.


Y mientras otros simplemente están ahí, yo estoy intentando no invadir, no molestar, no estorbar. Me esfuerzo tanto por no generar incomodidad que al final parezco rígida, cuando por dentro solo estoy intentando cuidar el ambiente.

Lo curioso es que esta sensibilidad, que yo siempre he visto como un defecto, es justo lo que hace que algunas personas se sientan tranquilas conmigo sin saber por qué. Lo he visto de forma inesperada: gente que confía en mí sin que yo haga nada especial, gente que se abre conmigo porque sienten que pueden ser ellos mismos. A veces me cuentan cosas que no dirían en voz alta delante de nadie, y yo ni sé por qué me eligen. Pero creo que es porque transmito algo que no veo en mí: que no voy a juzgarles, que no voy a ridiculizarles, que conmigo pueden respirar.

Y es irónico, porque esa misma comprensión que tengo con los demás casi nunca me la doy a mí. Cuando pienso en mis fallos sociales, soy muchísimo más dura de lo que sería con cualquier persona. No veo mi sensibilidad, solo veo mis errores. No veo que me esfuerzo por cuidar a los demás, solo veo que tiemblo, que dudo, que tardo demasiado en reaccionar. Pero la verdad es que me importa tanto lo que pasa a mi alrededor porque siento más de lo que digo.

A veces me pregunto cómo sería tratarme con la misma suavidad con la que trato a los demás. Cómo sería dejar de confundir sensibilidad con debilidad. Cómo sería permitirme la posibilidad de que no soy torpe ni rara ni insuficiente… sino alguien que percibe el mundo con más intensidad de la que sabe gestionar.

Quizá aún no lo vea con claridad, pero sé que esa sensibilidad que siempre he querido ocultar también es una de las cosas más valiosas que tengo. Y aunque por dentro siga temblando, aunque siga pensando que molesto, aunque siga revisando cada palabra… hay algo en mí que vale más de lo que creo.

Y está ahí, incluso cuando yo todavÍa no lo veo.

1 comentario:

  1. Es justo lo que yo siento. Lo has explicado tal cual. Muchas gracias.

    ResponderEliminar